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Papas Santos de la Iglesia No somos seres humanos con una experiencia espiritual, somos seres espirituales con una experiencia humana. Pierre Teilhard de Chardin

SAN SÍMACO

Papa de 498 a 514

 

Nació en Cerdeña. El mismo día de su coronación fue elegido también el antipapa, el arcipreste Lorenzo. Sin embargo Teodorico, al que habían consultado, decretó la legitimidad de la elección de Símaco.

 

Lorenzo no se rindió y luchó con todas sus armas, sin excluir la calumnia. La controversia se resolvió con un concilio de 125 obispos, que volvió a confirmar a Símaco. Esta historia de la elección, de las acusaciones y de las calumnias por la parte adversaria le tuvo ocupado durante muchos años y le hizo la vida difícil.

 

Se opuso y excomulgó al emperador Anastasio, porque apoyaba a Acacio y porque le había tratado con arrogancia, sin haber evitado recurrir a la injuria.

 

Embelleció Roma con la construcción de nuevas iglesias y palacios. A él le atribuyen además, la construcción del primer núcleo de lo que sería luego el palacio Vaticano, donde residieron los papas a su regreso de Aviñón. Declaró legítimo poseer bienes eclesiásticos y otorgó el usufructo al clero.

 

UN PONTIFICADO BAJO AMENAZA CONSTANTE.

 

El Papa san Símaco fue un pontífice que ejerció su pontificado sometido a la amenaza de verse desplazado de su sede por varios antipapas.

 

Tal amenaza tuvo su origen en el mismo momento de su acceso a la sede romana, el Liber Pontificalis inmediatamente después de decirnos que Simaco era natural de Cerdeña, hijo de Fortunato y que ejerció su pontificado bajo el reinado de Teodorico y Anastasio Augusto desde el 22 de noviembre del 498 al 19 de julio del año 514, pasa a narrarnos las vicisitudes de su elección. Traducimos directamente del Liber Pontificalis :

 

1.- Éste ( Símaco) fue consagrado el mismo día que Lorenzo, Símaco en la basílica constantiniana y Lorenzo en la basílica de santa María la Mayor.

 

2.-Por este motivo el clero y el senado se encontraron divididos unos de parte de Símaco y otros de parte de Lorenzo. Y reflexionando sobre ello, acordaron las dos partes que ambos fuesen a Ravena a someterse al juicio del rey Teodorico. Cuando ambos llegaron a Ravena el rey dio este juicio justo: que se sentase en la sede apostólica quien hubiese sido consagrado el primero y por mayor número de electores. Se reconoció que estas justas condiciones se dieron en la elección de Símaco. A poco de esto el papa Símaco reunió un sínodo y por motivos de misericordia nombró a Lorenzo obispo de la sede de la ciudad Nucerina.

 

3.- Pero a los cuatro años algunos del clero y otros del senado principalmente los senadores Festo y Probino movidos por los celos, acusaron a Símaco de haber cometido crímenes y sobornaron a varios testigos a los que enviaron a Ravena al Rey Teodorico, acusando al bienaventurado Símaco de crímenes varios y de manera oculta , después difundir un libelo por la ciudad de Roma, trajeron a Lorenzo; y de esta forma renovaron el cisma y de nuevo se dividió el clero, unos a favor de Símaco y otros a favor de Lorenzo. Entonces los senadores Festo y Probino dieron a conocer al rey estos hechos y trabajaron para que el rey viniese a Roma y diese la sede apostólica. Entonces el rey se la dio a Pedro obispo de la ciudad de Altina, haciendo algo que estaba prohibido por los cánones.

 

4.- Entonces Símaco reunió un sínodo de 115 obispos que lo absolvió de los falsos crímenes y lo repusieron en la sede apostólica y condenaron a Pedro Altinas como invasor de la sede apostolica y persuadieron a Simaco a que repusiese a Lorenzo en su sede. Después Símaco fue reintegrado a su sede por todos los obispos y por todo el clero llevándolo con gran honor y gloria a que se sentase en la silla del bienaventurado Pedro.

 

5.- Al mismo tiempo los Senadores Festo, cabeza del senado y Probino, comenzaron a luchar, dentro de la ciudad de Roma, contra otros senadores y especialmente contra Fausto. Cometieron, llevados de la envidia , muchos crímenes contra el clero. Y los que se relacionaban justamente y de forma pública con el bienaventurado Símaco cuando los encontraban por la ciudad los decapitaban; y también a muchas religiosas y vírgenes sacándolas de los monasterios o de sus casas después de desnudarlas las atormentaban afligiéndolas con torturas criminales; y cada día en medio de la ciudad atacaban a la iglesia con toda clase de violencias. También mató a muchos sacerdotes entre ellos a los presbíteros Dignisimo y Gordiano a quienes decapitaron después de llevarlos azotándolos desde san Pedro ad vincula a san Juan y a san Pablo; y no había ninguna seguridad de andar por la ciudad ni de día ni de noche ni para el clero y ni para. muchos cristianos. Sólo Fausto luchaba a favor de la iglesia.”

 

El texto anterior habla de dos Sínodos celebrados en Roma por el Papa en el primero, como se ha dicho se nombró a Lorenzo obispo, y en el segundo llamado el “El Synodus Palmaris celebrado el 23 de octubre del 502 y convocado por el Papa se decretó que ningún poder humano podía enjuiciar al Papa, siendo esta convicción de Símaco la que le llevó a negarse a comparecer ante el Teodorico cuando este llegó a Roma llamado por Festo.

 

Estos hechos nos hablan de la situación en la que se encontró la iglesia después del decreto constantiniano luchando por no verse sometida por los poderes temporales que a toda costa querían intervenir e intervenían en los asuntos eclesiásticos, unas veces por la demanda de los mismos eclesiásticos y otras contra su s deseos.

 

UN TESTIGO DE EXCEPCIÓN.

 

Por estas fechas llegó a Roma el que posteriormente sería el gran fundador del monacato en occidente san Benito de Nursia.

 

No tenía Benito más que veinte años cuando llegó a Roma acompañado por su fiel nodriza Cirila.

 

Precisamente en el año de su llegada -el 500- Teodorico, que tenía su residencia en Rávena, decidió trasladarse a Roma con el fin de intervenir en el tema del papado. Benito fue testigo de la entrada triunfal del rey ostrogodo en la Ciudad Eterna.

 

El Papa -san Símaco-, el Senado y el clero entero salieron a su encuentro con pompa extraordinaria. Teodorico, aunque arriano, deseoso de captarse las simpatías de la muchedumbre, fue a postrarse ante la tumba de san Pedro, y, después en el Foro, arengó al pueblo prometiendo respetar sus derechos y leyes.

 

En esta ocasión pudo conocer Benito el esplendor del mundo, al que muy pronto habría de renunciar.

 

También en Roma pudo observar la turbulenta situación por la que pasaba la Iglesia a la que nos hemos referido anteriormente.

 

La estancia de Benito en Roma duró el tiempo suficiente para adquirir una buena cultura, sobre todo en las ciencias sagradas, Sagrada Escritura y literatura patrística y monástica. Pero no terminó los estudios.

 

El espectáculo inmoral de Roma, que, aunque hacía ya cerca de dos siglos que había abrazado oficialmente el cristianismo, era todavía pagana en sus costumbres, le produjo tal disgusto que decidió retirarse a la soledad. En medio de este ambiente, sintió un deseo imperioso de dejar el mundo para dedicarse al servicio de Dios. Según cuenta su biógrafo san Gregorio I Magno: Como viese a muchos de sus compañeros precipitarse por la sima del vicio, temiendo para sí lo que veía en los demás, determinó retirar del mundo el pie que apenas había puesto.

 

En cuanto a los peligros que corrían en Roma los jóvenes en los años inmediatamente anteriores de la llegada de Benito, san Paulino de Nola, escribiendo a Lucencio, que había tenido de maestro de retórica a san Agustín, le dice: Roma hoy día, ¡ay!, es mala consejera, capaz de derribar a los más robustos. Pero hijo mío, yo te lo suplico, ten siempre delante de los ojos al Padre Agustín en medio de la corrupción de la ciudad; pensando en él, franquearás sano y salvo los mil peligros de esta vida frágil.

 

LA ACTIVIDAD PONTIFICAL DE SIMACO.

 

A pesar de esta situación el Papa en los periodos más tranquilos de su pontificado llevó a cabo una gran actividad con repercusiones en toda la iglesia.

 

El Liber Pontificalis dice que el Papa Símaco logró expulsar a los maniqueos de Roma y quemar sus libros, a las puertas de la basílica constantiniana de san Pedro, esto dice que ocurrió durante . Fuit autem a consulatu Paulini (498) usque ad consulatum Senatoris (514). Durante los consulados de Paulino en 498 hasta el de Senatorias en 514.

 

Habla también el Liber de que el Papa ejerció la caridad con muchas iglesias africanas que estaban siendo perseguidas: Este durante todo el tiempo de su pontificado ayudo a las iglesias de Africa y Sardes, enviando dinero a los obispos que estaban exiliados y hasta los proveía de ropa. A los que estaban cautivos por diversas provincias, de Liguria y Mediolano , los redimió pagando su rescate multiplicando su ayuda enviándoles regalos.

 

En Roma Item ad beatum Petrum et ad beatum Paulum et ad sanctum Laurentium pauperibus habitacula construxit. Construyó junto a las basílicas de los santos Pedro Pablo y san Lorenzo lugares de acogida para los pobres.

 

En otro orden de cosas el Liber Pontificalis habla también de las numerosas obras que realizó en las diferentes basílicas romanas, embelleciendo a unas y construyendo otras.

 

Ordenó a 92 presbíteros, a 16 diáconos y 117 obispos de diversos lugares.

 

COMUNICACIÓN CON LAS IGLESIAS A TRAVÉS DE SUS CARTAS.

 

Del papa Símaco se conserva una buena colección de cartas unas 16 en total. La mayor parte de ellas escritas a obispos que se habían dirigido a él consultándole algunas cosas y otras corrigiendo determinadas actuaciones .

 

Así en una carta a Aenio ( carta I) obispo Arelatense le dice que él y el obispo de Viene informen a dos personas acerca de su desavenencias y los envían a Roma para que él decida.

 

En la carta 6ª contesta a una que le ha escrito el obispo Cesareo haciéndole unas preguntas sobre diversas materias, el papa le contesta y en el comienzo de la carta hace un resumen de sus respuestas:

 

1- Que los bienes de la Iglesia no se vendan. 2.- que nadie reciba honores y recompensas por el cumplimiento de sus obligaciones ni para otorgar lo que le pidan. 3.- que los laicos sean odenados de presbíteros pasando antes por los grados inferiores. 4.- que los raptores de la viudas y vírgenes sean excomulgados.5.- Que la viudas y vírgenes que hayan hecho voto de castidad no se les permita casarse. 6.- Que nadie acceda al episcopado elegido por los que le rodean.

 

Hay una carta muy extensa que le escriben los obispos orientales en la que le piden que los herejes que hayan renunciado a sus herejías sean recibidos en la comunión de la iglesia y de este modo se logre el fin del cisma.

 

Hay también un Decreto en el que Símaco habla de que todos los arrepentidos sean admitidos a la penitencia, pero que si se trata de un presbítero que haya cometido una fornicación debe ser excluído del ministerio y hacer penitencia hasta el fin de sus días.( Cf. P.L. volumen 062 y Thiel, Epp. Rom. Pont.)

 

SEPULTADO JUNTO A LA TUMBA DE SAN PEDRO.

 

. Qui etiam sepultus est in basilica beati Petri apostoli, XIIII kal. Aug. Et cessauit Episcopatus.. “

 

“ Fue sepultado en la basílica del bienaventurado Pedro Apóstol cesando en su episcopado el 19 de julio del 514.”

San Símaco (Symmachus): Serdeña; Noviembre 22, 498 - Julio 19, 514. Nació en Serdeña. Elegido el 22.XI.498, murió el 19.VII.514. Consolidó los bienes eclesiásticos, llamándolos beneficios estables a usufructo de los clérigos. Rescató todos los esclavos dándoles la libertad. Se le atribuye la primera construcción del Palacio Vaticano

 

 

San Anastasio II

Papa de 496 a 498

 

Nació en Roma. Elegido el 24.XI.496, murió el 19.XI.498. Intervino en la conversión de Clodoveo, rey de los Francos y de su pueblo. Fue débil con los cismáticos y fue acusado de herejía. Dante Alighieri lo puso en el Infierno.

 

(496-498) Nació en Roma. Débil de carácter y demasiado conciliador, y deseando poner fin al cisma se mostró proclive a hacer concesiones a la Iglesia de Oriente, muy próxima a la posición monofisita de Eutiques. Este comportamiento le valió muchas antipatías por parte del clero y del pueblo.

 

No estuvo a la altura de Gelasio, sobre todo en lo que se refiere a mantener alto el prestigio y la autoridad de la sede de Roma.

 

Siendo él mismo acusado de herejía, pasó a la historia acompañado por esta fama, hasta tal punto que se mereció un lugar en el Infierno de Dante. Durante su pontificado se convirtió al Cristianismo Clodoveo, rey de los Francos.

 

Legado de San Anastasio II: Rompió el mito de no poder intervenir en una converasación con Clodoveo, rey de los francos. Fue acusado de hereje

 

Nativo de Roma, elegido el 24 Nov., 496; muerto el 16 Nov., 498. Su carta congratulatoria a Clovis, en la ocasión de la última conversión se juzga ahora, una falsificación del decimoséptimo siglo (J. Kavet, Bibl. del ec des Chartres, 1885, XLVI, 258-59). Él insistió en quitar del bautismo el nombre de Acacio, Patriarca de Constantinopla, pero reconoció la validez de sus leyes sacramentales, una actitud que desagradó a los romanos. También condenó al Traducianismo.

 

 

San Gelasio I

Papa de 492 a 496

 

Nació en Roma, oriundo africano. Elegido el 1.III.492, murió el 21.XI.496. Instituyó el Código para uniformar funciones y ritos de las varias Iglesias. Por su caridad fue llamado "Padre de los pobres". Defendió la supremacía de la iglesia ante la del Rey. Introdujo en la misa el "Kyrie eleison".

 

Martirologio Romano: Junto a la basílica de San Pedro, en Roma, san Gelasio I, papa, esclarecido por su doctrina y santidad, el cual, para que la autoridad imperial no perjudicara la unidad de la Iglesia, aclaró a fondo las características propias de las dos potestades y su mutua independencia. Movido por su caridad sin medida y las necesidades de los indigentes, murió en la más extrema pobreza. (492-496).

 

No se sabe si nació en África o era romano de origen, pero sí consta que fue elegido pontífice en el 492 y que reinó cuatro años y medio, distinguiéndose por su energía.

 

Parece que no es obra suya el Decreto Gelasiano que contiene una lista de los libros del canon bíblico, pero sí hay que atribuirle reformas litúrgicas y sin ninguna duda una actitud muy firme respecto a los herejes: combatió implacablemente a pelagianos, nestorianos y monofisitas, e hizo quemar los libros de los maniqueos.

 

También hombre de una pieza en el conflicto que le enfrentó a un obispo cismático de Constantinopla, afirmando en todo momento la primacía de la sede romana, sin olvidar que formuló con claridad, quizá por primera vez, la supeditación que en último término debe el poder temporal al espiritual.

 

Este esquemático repaso a sus actividades le señala como un papa que no perdía el tiempo y que en menos de un lustro dejó huella en todas las cuestiones relativas a la fe y a la disciplina. Su figura se ve así envuelta en un aura de inflexibilidad.

 

Aunque la idea más común acerca de ser santo se relaciona con blandas efusiones teñidas de sentimentalismo, la santidad estriba muchas veces en ser duro. San Gelasio, defendiendo el depósito de la fe y la Iglesia de Roma es inflexible, no retrocede ni una pulgada; y también ha pasado a la historia como «padre de los pobres», porque para él caridad significaba las dos cosas, ser de hierro custodiando la herencia de Dios y de cera y miel para las necesidades de sus hermanos.

 

Italia. Nacido en Roma, procedente de una familia africana, fue tan importante para la vida de la Iglesia como san León Magno, a pesar de que reinó poco tiempo. Dionisio el Exiguo, que vivió en Roma pocos años más tarde y recogió la memoria inmediata de su vida, have de Gelasio un retrato impresionante: su humildad, su determinación en el servicio de los demás, sus mortificaciones personales, su conocimiento de la Biblia, su oración y su piedad, le convierten en el Buen Pastor por excelencia. Fue el primero en usar el título de vicario de Cristo. A diferencia de sus inmediatos antecesores, fue un excelente teólogo: de ahí la claridad que emana de sus abundantes documentos. Destaca en especial el llamado Decreto gelasiano, que proporciona la lista de libros canónicos del Nuevo Testamento y también de los apócrifos.

 

La guerra que permitió a Teodorico adueñarse de Italia había causado graves quebrantos económicos: miles de refugiados cayeron sobre Roma provocando serios problemas de subsistencia. A ellos tuvo que atender Gelasio, poniendo en práctica los preceptos de la caridad. Por vez primera se redactó entonces un Líber censuum que permitía conocer todas las rentas a disposición de la Sede Apostólica: eran copiosas y sus propiedades –especialmente las de Cerdeña y Sicilia– permitían disponer de abundantes reservas de trigo. Gelasio dispuso que de las rentas se hicieran cuatro partes: una para el papa, que empleaba en limosnas para remedio de tanta miseria; otra parte para el clero; la tercera para repartir entre los pobres; la cuarta y última para la fábrica de las iglesias. Sus excelentes relaciones con Teodorico, pese a ser arriano, dieron a Roma el grado de tranquilidad que necesitaba. G. Pomares {Celase 1, París, 1959) señala cómo su obra más importante consiste en haber rematado el proceso de conversión de Roma en ciudad cristiana, suprimiendo la última reliquia de las fiestas paganas, las Lupercalia, degeneradas en un grosero carnaval.

 

Oriente. El problema fundamental seguía siendo el de las relaciones con Oriente, interrumpidas desde el año 484 por la excomunión de Acacio. El sucesor de éste reclamaba, para suscribir el documento de fe de Calcedonia, que se anulase el decreto de excomunión, pero en esto iba envuelta la negación del primado de Roma. Gelasio se negó: a lo único que accedería fue a perdonar a uno de los legados, Miseno, obispo de Cumas (13 de mayo del 495) porque la falta de éste afectaba únicamente a la disciplina. Se declaró absolutamente decidido a defender hasta el último extremo lo que, andando el tiempo, llegaría a definirse como infalibilidad pontificia. Estas son sus palabras: «Lo que la Sede Apostólica afirma en un sínodo, adquiere valor jurídico; lo que él ha rechazado no tiene fuerza de ley.»

 

En una carta al emperador Anastasio y en algunos otros textos doctrinales, expuso por vez primera con absoluta nitidez las relaciones entre los dos poderes. «Dos poderes gobiernan el mundo: la autoridad sacra del pontífice y el poder imperial. Del uno y del otro son los sacerdotes quienes soportan el mayor peso, pues en el Juicio Final tendrán que rendir cuentas, no sólo de sí mismos, sino también de los reyes.» Desde una posición de fe absoluta esta doctrina aparece como resultado de una lógica meridiana, pues el único fin de la existencia humana consiste en alcanzar la vida eterna, mientras que los bienes temporales, entre los que se cuenta el gobierno, son solamente medios para asegurar a los súbditos ese fin. Completando esta idea dijo que nadie podía colocarse «por encima de aquel hombre a quien la misma palabra de Cristo ha colocado sobre todos los hombres y al que la venerable Iglesia file ha reconocido como su primado». Gelasio explicaba la recíproca autonomía de ambos poderes, pero declarando que los dos están sometidos al orden moral del que la Iglesia es file custodia.

 

La abundante correspondencia conservada revela la preocupación del papa por imponer estas doctrinas y la satisfacción que le producían las sedes de Italia y, en general de Occidente, porque no ponían dificultades de obediencia. En el sínodo del 494 se tomaron importantes medidas disciplinarias acerca de la ordenación de. sacerdotes y de la acción pastoral. Se le ha atribuido el más antiguo de los formularios conservados para la administración de sacramentos.

 

 

SAN FÉLIX III

Papa de 483 a 492

 

 

Perteneciente a la familia senatorial romana de los Anicia, este aristócrata era hijo de un sacerdote y estuvo casado, siendo padre de dos hijos, antes de ser elegido para suceder a Simplicio en la silla de San Pedro.

Su familia aportará en el futuro otros dos papas, Agapito I y Gregorio I.

 

Elegido pontífice gracias al apoyo del rey germano Odoacro, su primer acto fue negar el "Henotikon" o "acto de unión", un edicto que el emperador bizantino Zenónhabía promulgado en 482 en el que intentaba llegar a una solución de compromiso entre el monofisismo y la doctrina considerada ortodoxa emanada del Concilio de Calcedonia.

 

A continuación envió una delegación de dos obispos a Constantinopla para intentar convencer al inspirador del citado edicto, el patriarca Acacio, para que lo rechazara y para que anulara el nombramiento de patriarca de Alejandría, el monofisita Pedro el Notario, quien había ocupado dicha sede patriarcal tras la deposición del anterior patriarca, más cercano a los postulados romanos.

 

Acacio no sólo no renunció a su doctrina ni anuló el nombramiento, sino que logró atraer a los propios legados pontificios a sus postulados doctrinales. Félix III convocó en respuesta un concilio que, en 484, excomulgó al patriarca Acacio, quien a su vez respondió borrando el nombre del papa de los dípticos litúrgicos lo que equivale a la excomunión del pontífice. Se inicia así el Cisma acaciano que dividirá la Iglesia durante los siguientes 35 años.

 

A pesar de su enfrentamiento con Constantinopla, Félix llega a un acuerdo con el emperador Zenón para lograr que los vándalos arrianos pongan fin a las persecuciones contra los cristianos fieles a Roma en el norte de África. Surge entonces el problema de qué tratamiento dar a los que se han convertido al arrianismo debido a dichas persecuciones y ahora desean volver a la ortodoxia. Félix convoca un sínodo en 487 en el que se fijan las condiciones en que se permite el retorno de estos cristianos a la Iglesia romana.

 

Nace de una familia senatorial romana, y se dice que es descendiente de San Gregorio el Magno. Sobre la vida de Félix nada se conoce con certeza hasta que en 483 sucede a San Simplicito en la Cátedra de San Pedro. En este tiempo la Iglesia estaba en medio de su largo conflicto con la herejía de Eutiques. El año anterior el Emperador Zenón decreta el Henoticon (o instrumento de unión), donde declara que ningún símbolo de la fe debe de ser recibido, exceptuando el de Nicea con las adiciones del 381. Lo hizo según las sugestiones de Acacio, el perfidioso Patriarca de Constantinopla. El edicto trataba de sellar la reconciliación entre los católicos y los eutiquianitas, pero causa más conflictos que nunca y divide la Iglesia Oriental en tres o cuatro facciones.

 

Mientras los Católicos en todas partes rechazaban el edicto, el Emperador removía a los Patriarcas de Antioquia y Alejandría de sus Sedes. Pedro el Batanero, un notorio hereje, nuevamente infringe en la Sede de Antioquia, y Pedro III (“Peter Mongus”), quien era el verdadero causante de las dificultades durante el pontificado de Félix, tomaba la sede de Alejandría. En su primer sínodo Félix excomulga a Pedro el Batanero, al que Acacio ya había condenado en un sínodo en Constantinopla. En 484, Félix excomulga a Pedro III, acto que causa un cisma entre Occidente y Oriente que no fue sanado por treinta y cinco años. Este Pedro, siendo oportunista y de ingeniosa disposición, se congracia con el emperador y con Acacio, al suscribírse al Henoticon. Y para el desagrado de muchos obispos Acacio nuevamente lo admite en comunión.

 

Félix, habiendo convenido un sínodo, envía legados al emperador y a Acacio, pidiéndoles que expulsaran a Pedro III de Alejandría y que Acacio personalmente fuera a Roma a explicar su conducta. Los legados fueron detenidos y encarcelados. Posteriormente, incitados mediante amenazas y promesas, entran en comunión con los herejes al distintivamente mencionar el nombre de Pedro III en la lectura de los trisagios litúrgicos. Cuando Simeón, uno de los monjes de Acaemeti, informa en Roma la traición, Félix convoca un sínodo de setenta y siete obispos en la Basílica de Letrán, donde Acacio y los legados papales son excomulgados. Apoyado por el emperador, Acacio ignora la excomunión, remueve el nombre del Papa de los trisagios litúrgicos y permanece en su Sede hasta su muerte, evento que sucede uno o dos años después.

 

Flaviano, su sucesor, envía mensajeros a Félix asegurándole que no estaría en comunión con Pedro III. Pero al Papa percatarse que esto no era cierto, continua el cisma. Eutimio, el sucesor de Flaviano, al morir Pedro III también procura la comunión con Roma. Pero el Papa se rehúsa, ya que Eutimio no removía los nombres de sus dos predecesores de los trisagios litúrgicos. Este cisma, conocido como el cisma de Acacio, no fue sanado hasta el 518 durante el reino de Justiniano.

 

En África los vándalos arrianos, Genserico y su hijo Hunerico, han perseguido la Iglesia por mas de 50 años y expulsan a muchos católicos al exilio. Cuando se restaura la paz, muchos de aquellos que por temor cayeron en la herejía y habían sido rebautizados por los arrianos deseaban retornar a la Iglesia. Al ser rechazados por los que estuvieron firmes, apelaron a Félix. En 487 este convoca un sínodo y envía una carta a los obispos de África estipulando las condiciones para el retorno de estos. Félix muere el 492, habiendo reinado ocho años, once meses y veintidós días.

Tradicionalmente se le da el número de orden III entre los papas llamados Félix, pero se trata en realidad del II, puesto que el antipapa Félix II (año 365) no tiene derecho a figurar en el número de la sucesión. Como al antipapa Félix II se lo ha retirado de las listas en fecha relativamente recientemente, se prefiere seguir nombrando a éste como Félix III (II) para evitar confusiones al consultar listados más antiguos.

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