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RAZÓN Y FE

 

‘La ciencia sin la religión está coja, la religión sin la ciencia está ciega’ (A. Einstein).

 

Se ha dado en la cultura occidental bimilenaria, una progresiva separación entre la razón y fe que afecta la visión de totalidad del ser humano, asequible a través de una multiplicidad de métodos científicos, filosóficos y teológicos. Así se ha generado un cambio de época que se ha venido llamando la ‘posmodernidad’, estigmatizada por el miedo, el desconcierto, la incertidumbre futura y una desconfianza notoria en la razón; se ha generado el escepticismo intelectual y el nihilismo ético, traducidos en lo que llamó Benedicto XVI, ‘la dictadura del relativismo’.

Desde el punto de vista sociológico, Zygmund Bauman analiza a la sociedad contemporánea y la caracteriza como sociedad líquida; lo que Heráclito llamaba el ‘panta rei’ de la realidad total, ‘todo fluye’, ‘todo cambia’ negando la permanencia del ser; Bauman lo aplica a lo que acontece con los grupos humanos hoy, no hay nada estable, ni principios, ni instituciones, ni relaciones permanentes de amor, sino solo ocasionales y sin compromiso.

Vikctor Emile Franckl como neurosiquiatra, lo llamaba la pérdida del sentido de la vida, mal noógeno. En la práctica y en nuestro diario acontecer nacional, asistimos como testigos estupefactos ante el crecimiento galopante de la drogadicción, del narcotráfico, de la corrupción multifacética y omnipresente, y de las familias rotas. Panorama desolador. Nuestros progreso tecnólogicos y científicos, aunados a la fascinación por lo espectacular, no llenan el corazón del hombre. Ni el homo videns, ni el homo ludens, son plenamente felices; solo ocasionalmente. La Ciudad de Caín el hombre, como bien la llama Emma Godoy; Caín huyó del rostro augusto de Dios; se vio obligado e erigir un ídolo cuyo nombre es ‘el no llegar’.

 

Nuestro gran Papa, el ahora Beato Juan Pablo II, conocedor y pastor del hombre contemporáneo, nos legó una Carta Encíclica en la cual nos decía que ‘la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad’. Estoy convencido que así es. Si pretendemos volar con una sola ala, cualquiera de las dos, no remontaremos el vuelo de la verdad, de la bondad y de la belleza, del tiempo y de la eternidad; más bien giraremos en el mismo sitio. Nuestra salud cultural que afecta a nuestro espíritu exige ese perfecto equilibrio de ambas que se lo dará el amor entendido en su expresión ‘ágape’ o donación total.

 

Nuestra coincidencia con Albert Einstein es plena: la ciencia sin la religión está coja y la religión sin la ciencia está ciega. No podemos continuar enfrentados, pues los costos son invaluables. Las ideologías atemperadas con la dosis de irracionalidad y de exclusión, no pueden generar una sociedad en paz, feliz y en crecimientos cualitativos. Ni la razón contra la fe, ni la fe contra la razón. Una fe sin razón nos lleva a la credulidad fantasiosa; una razón sin la fe, nos lleva al racionalismo inmanentista que dotó a través de Hegel, alma al nazismo y a las ideologías revolucionarias, cuyos frutos fueron en parte las guerras mundiales o escaramuzas de algunas naciones. Debemos de constatar que la fe es razonable y que una fe no pensada, no es fe.

 

La razón y la fe unidas, alimentadas por el amor, a todo ser humano, sin distinción de raza, credo o nación. Libres de prejuicios o de mitos reiterativos, porque solo la Verdad nos hará libres como nos enseñó Jesús de Nazaret, para remontar el vuelo y edificar la Civilización del Amor.

 

 

 

 

Pbro.   PRISCILIANO HERNÁNDEZ CHÁVEZ C.O.R.C.

Febrero 2014

 

 

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"¿Quién, que vive en íntimo contacto con el orden más consumado y la sabiduría divina, no se sentirá estimulado a las aspiraciones más sublimes?"
¿Quién no adorará al Arquitecto de todas estas cosas?

 

Nicolás Copérnico

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