PROPOSITOS PARA EL AÑO QUE INICIA
Quiero aprovechar este inicio de año para enviar a todos nuestros lectores y en especial a todos los que tenemos la dicha de ser abuelos un entrañable y cariñoso saludo por el Año Nuevo que Dios nos ha permitido vislumbrar. Al mismo tiempo, quiero invitarlos a reflexionar en algunos puntos que el Papa Francisco ha señalado en el tercer domingo de adviento y en el primer día del Año Nuevo.
También quiero invitarlos a que no hagamos una lista interminable de propósitos que muchas veces, según mi experiencia, nos quedamos cortos en cumplirla y les propongo que sólo dos propósitos hagamos: ESCUCHAR Y PONER EN PRACTICA LA PALABRA DE DIOS. Vivir la Palabra nos acerca más al Padre a través de Cristo su Hijo y no olvidemos que por el bautismo, somos llamados a ser hijos de Dios, pidamos su Misericordia para poder lograrlo.
Las palabras que el Santo Padre dijo son:
“Hoy es el tercer domingo de Adviento, llamado también domingo Gaudete, domingo de la alegría. En la liturgia resuena más veces la invitación a estar contento, a alegrarse. ¿Por qué? Porque el Señor está cerca. La Navidad está cerca.”
Esas palabras deberían estar muy presentes todos los días de nuestra vida, ya que Dios nos ama siempre.
“...Dios viene a salvarnos, y da su ayuda especialmente a los que tienen el corazón desorientado. Su llegada en medio a nosotros nos fortalece, nos da fuerza, valor, produce regocijo y florece el desierto, es decir, nuestra vida cuando se hace árida... esta alegría verdadera permanece también durante la prueba, también en el sufrimiento, porque no es superficial, pero baja a lo profundo de la persona que se fía de Dios y confía en Él....Gracias a su ayuda nosotros podemos recomenzar siempre de nuevo.”
La invitación de la liturgia es muy clara, no estemos tristes, siempre habrá alguien que nos necesite, con nuestras oraciones, con nuestra compañía, reconociendo con humildad que los dones que podamos ofrecer nos vienen de Dios.
Otro aspecto que el Santo Padre tocó el primer día del año fue referente a la Sagrada Familia, lo hizo, desde mi punto de vista, de una manera tan sensible a problemas mundiales que nos oprimen el corazón y haciendo un símil con la Familia de Nazaret.
“...la Santa Familia en la vía dolorosa del exilio, buscando refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los refugiados, marcada por el miedo, la incertidumbre, la incomodidad ... millones de familias pueden identificarse con esta triste realidad ... incluso cuando encuentran trabajo, los refugiados y los inmigrantes no siempre encuentran una acogida verdadera, el respeto, el aprecio de los valores que llevan...”
Sin embargo, no vayamos muy lejos, también habló sobre las familias y sus “exiliados”, aspecto que falta mucho por trabajar desde los gobiernos y las instituciones (entre ellas la familia), que existen y no se les da la debida atención por falta de recursos, pero principalmente por falta de caridad.
“...pero también pensemos en los "exiliados", yo los llamaría "exiliados escondidos", aquellos “exiliados” que puedan existir dentro de las propias familias: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como un estorbo. Muchas veces pienso que un signo para saber cómo van las cosas en una familia es ver cómo son tratados los niños y los ancianos”.
“Hoy nuestra mirada sobre la Santa Familia se deja atraer también por la simplicidad de la vida que esta lleva en Nazaret. Es un ejemplo que hace tanto bien a nuestras familias, ayudándoles a convertirse cada vez más en comunidades de amor y de reconciliación, en las que se experimenta la ternura, la ayuda mutua, el perdón mutuo.”
Por último, el Santo Padre nos dice cómo poder vivir en paz:
“Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: “permiso”, “gracias”, “perdón”. Cuando en una familia no se es entrometido, ... y se pide permiso, cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir gracias, gracias, y cuando en una familia uno se da cuenta de que ha hecho algo malo y sabe pedir perdón, ¡en esa familia hay paz y hay alegría!”
A continuación transcribo un fragmento de un poema de León Felipe referente a la vida y al final de la misma, que cierra de una manera poética las sabias frases de nuestro Papa Francisco:
Soy tan viejo,
y se ha muerto tanta gente a la que yo he ofendido
y ya no puedo encontrarla
pera pedirle perdón.
Ya no puedo hacer otra cosa
que arrodillarme ante el primer mendigo
y besarle la mano.
Yo no he sido bueno...
quisiera haber sido mejor.
Estoy hecho de un barro
que no está bien cocido todavía,
¡tenía que pedir perdón a tanta gente!
pero todas se han muerto
¿a quién le pido perdón ya?
¿a ese mendigo?
No hay nadie más en España...
en el mundo,
a quien yo deba de pedir perdón?
Voy perdiendo la memoria
y olvidando todas las palabras...
ya no recuerdo bien...
Voy olvidando, olvidando, olvidando
pero quiero que la última palabra, pegadiza y terca
que recuerde al morir
sea ésta: Perdón.
SILVIA MADRIGAL HERNÁNDEZ
Enero 2014
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