DÁMASO I PAPA DE: 366-384
San Dámaso I nació en el 304, probablemente en Roma o Gallaecia, Hispania. Fue un papado largo con 18 años, 2 meses y once días. Es el santo patrón de la arqueología y los arqueólogos. Su nombre en latín significa domador. fue elegido papa a los 62 años de edad.
Su vida coincidió con la subida al trono de Constantino I, con la reunión y nueva división del Imperio Occidental y Oriental romano, con la expansión del arrianismo, los problemas sucesorios y la proliferación de antipapas; así como con la expansión y legitimación del cristianismo a manos del Emperador Constantino y la adopción posterior por parte de Teodosio I como la religión del Estado Romano. Fue un papa fuerte actuando como unificador y centralizador del poder de la Iglesia y el Imperio, en consonancia con las necesidades del contexto histórico. Un importante número de conservadores seguidores del difunto papa Liberio lo rechazaron, y escogieron al diácono de éste, Ursicino, partidario de arrianismo de Milán, siendo consagrado de forma simultánea a Dámaso por Pablo, obispo de Tívoli, y apoyado por los diáconos y el laicado en general, lo que provocó a principios de octubre una pugna por la consideración de sumo pontífice llegando incluso al derramamiento de sangre.
Dámaso se hizo famoso por haber redactado y hecho grabar los epitafios o lápidas en los sepulcros de muchos famosos mártires de las catacumbas de Roma. fue secretario de los Pontífices, San Liberio y San Félix, y al ser elegido Papa, en el año 366, hizo honor a su nombre, que significa "domador", porque tuvo que sofocar una sangrienta rebelión que se levantó en Roma contra él.
Tuvo como Secretario al gran San Jerónimo, a quien le encargó que tradujera la S. Biblia al idioma popular, conocida con el nombre de "La Vulgata", y que fue empleada por la Iglesia Católica durante cerca de 15 siglos.
En el plano litúrgico autoriza el canto de los salmos a dos coros (rito ambrosiano), instituido por San Ambrosio. Fue el creador de la doxología «Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén» y el introductor del uso de la voz hebraica «Aleluya»; restauró la Basílica de San Lorenzo Extramuros.
Dámaso creció en Roma, y tras haber enviudado su padre, se hizo clérigo, se ordenó como lector, fue hecho diácono, y finalmente presbítero en la Iglesia de San Lorenzo. Su padre, llamado Antonio, era sacerdote, probablemente de Gallaecia. El nombre de su madre, Laurencia (Lorenza), fue descubierto a finales del siglo XIX. Tuvo una hermana pequeña llamada Irene.
En la época de Dámaso la Iglesia comienza a adquirir el papel de director político y vehículo y creador del saber de la época. Tratando de unificar las ciencias y aunar y centralizar el poder, rechaza como herejía todo aquello que se considera por entonces como mágico, irracional o contrario a la autoridad cristiana; por lo que se impone frente a cualquier otra doctrina. Este objetivo se busca mediante el desarrollo de una estrategia de cinco alcances: 1-Unificar los sagrados, 2-perseguir y condenar otras interpretaciones doctrinales, 3-lograr el apoyo del Imperio, 4-excolmugar a los sectores contrapuestos y 5-centralizar el poder en la figura del papa.
San Jerónimo, es padre de la Iglesia, y fue secretario y seguidor de Dámaso. En dos concilios romanos, en los años 368 y 369 respectivamente, Dámaso condenó el apolinarismo y el macedonialismo. Del mismo modo, en el año 370 Dámaso formó en Roma un concilio para determinar las medidas contra el arrianismo creciente. Ursacio de Singuidón y Valente de Mursa fueron condenados y Atanasio de Alejandría fue nombrado para llevar a cabo el empuje contra los arrianos.
Su secretario San Jerónimo consiguió que el 29 de julio del 370 el emperador Valentiniano prohibiera a los eclesiásticos y monjes meterse en las casas de las viudas y en las de las doncellas huérfanas a las que dirigían, y de recibir de ellas algún don, ya fueran donaciones o herencias. Dámaso hizo que la ley fuese estrictamente observada.
Fue sepultado en la tumba que él mismo se había preparado humildemente, alejado de las tumbas de los santos famosos de Roma. Después construyeron sobre su sepulcro la basílica llamada San Dámaso. Tras haber vivido 80 años fue enterrado según el Liber Pontificalis junto con su madre y su hermana en una de las catacumbas de las iglesias que había hecho edificar entre los cementerios de Calixto y Domitilla en el camino de Ardea, hoy conocida como Vía Ardeatina o Vía Argentina; en la tumba que él mismo se había preparado alejada de las cenizas de los mártires, donde después se construyó sobre su sepulcro la basílica de San Dámaso. Sin embargo parece que sus restos mortales fueron trasladados a la Iglesia de San Lorenzo antes de que esta fuera destruida. Las ruinas de la iglesia de san Dámaso fueron descubiertas en 1902 por monseñor Wilpert, quien encontró también el epitafio dejado por su madre. Gracias a ello se supo que su nombre era Lorenza, que había estado sesenta años viuda y que murió a los ochenta y nueve años tras haber conocido a sus bisnietos.
Un caso especial es el de Prisciliano, que fue condenado por el Concilio de Zaragoza en el 380. Considerado un hereje, su caso llamó la atención de Dámaso, quién trató en vano de liberarlo. Se sospecha que esta excepción se debe a que Dámaso era, por parte paterna, de origen gallego, al igual que Prisciliano.
Dámaso se enfrentó a dos problemas fundamentales. El primero, reivindicar y consolidar la primacía de la iglesia romana sobre las demás iglesias; el segundo, la lucha contra las numerosas herejías que atacan el dogma.
Por lo que hace a la reivindicación de la Iglesia de Roma, Dámaso dio algunos de los más importantes pasos hacia la primacía de la Sede Apostólica Romana, como por ejemplo, la afirmación de que dicha supremacía se basa en las propias palabras de Jesucristo “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt. 16, 18) y no en decretos conciliares. Si al Papa Siricio (384-399) cabe el honor de haber emitido las primeras decretales, a Dámaso cabe el de haberlas elevado a su máxima expresión. Cuando, en el año 379, la Iliria se ve separada del Imperio de Occidente, Dámaso trabaja para salvaguardar, sin embargo, la autoridad de Roma sobre ella y crea una vicaría apostólica a cuyo frente nombra a Ascolio, obispo de Tesalónica, originando así la importante institución del vicariato papal para la presencia de Roma en las demás iglesias. Dámaso convoca también el segundo concilio ecuménico de la historia, el Concilio de Constantinopla, en el año 381.
Por lo que hace a la lucha contra la herejía, en el sínodo romano del año 369 excomulga a Auxentio, obispo arriano de Milán, facilitando la sucesión por el que luego será San Ambrosio, uno de los más grandes hombres de la Iglesia en toda su historia. Condena el apolinarismo y el macedonialismo en el Concilio de Constantinopla.
En el sínodo del 374, expidió un decreto en el cual se hizo un listado de los libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento. Por ello, le pidió al historiador Jerónimo de Estridón utilizar este canon y escribir una nueva traducción de la Biblia que incluyera un Antiguo Testamento de 46 libros y el Nuevo Testamento con sus 27 libros. Jerónimo viajó entonces a oriente para hacer vida eremítica y volvió años después a Roma, pasando durante algún tiempo a ser su secretario particular. Finalmente fue en el Concilio de Roma del año 382, comandado por el papa Dámaso I, cuando la Iglesia Católica instituyó el Canon Bíblico con la lista del Nuevo Testamento de San Atanasio y los libros del Antiguo Testamento de la Versión de los LXX; ésta versión fue traducida del griego al latín por San Jerónimo por encargo del mismo papa San Dámaso I, que en la práctica sería la primera Biblia en el sentido concreto y pleno de la palabra.
Dámaso construyó un baptisterio en honor de Simón Pedro que todavía se conserva en las criptas vaticanas. También secó esta zona subterránea para que los cuerpos que se enterraran allí (beati sepulcrum juxta Petri) no pudieran ser afectados por agua estancada o por inundaciones. Existen escritos que confirman que también compuso varios resúmenes epigramas de diversos mártires y santos y algunos himnos en verso y prosa, pero ninguna de dichas obras se ha conservado. Sólo han sobrevivido algunas cartas, la mayoría espurias.
Dos de las cuestiones de Dámaso en esta carta dirigida a San Jerónimo giran en torno al capítulo 22 del Génesis donde Abraham debe sacrificar a su hijo Isaac como prueba de su fe.
Esta correspondencia, escrita en Roma en el año 384 a. C., formula cinco preguntas a Jerónimo:
¿Cuál es el significado de las palabras «Aquél que matare a Caín recibirá una venganza diez veces más mayor»?
Si Dios ha hecho todas las cosas buenas, ¿cómo es que le pide a Noé que se encargue de los animales impuros, y le dice a Pedro «No puedes llamar ordinario aquello que Dios ha purificado»?
¿Cómo es que en el versículo 16 del capítulo XV del Génesis se aseguró que «con la cuarta generación volverán a reunirse de nuevo» para afirmarse en el versículo 18 del capítulo XIII del Éxodo que «en la quinta generación los hijos de Israel que se acercaron a las tierras de Egipto»?
¿Por qué Abraham recibió la circuncisión como señal de su fe?
¿Por qué Dios dejó a Isaac, que era un hombre honrado y el entregado a Él, convertirse en «el estafador de Jacob»?
San Jerónimo de Estridón, ofrece las respuesta a Dámaso en referencia al anterior escrito. Para las preguntas segunda y cuarta remite a Dámaso a las escrituras de Tertuliano, Novaciano y Orígenes. Para las otras tres detalla distintas respuestas concisas al respecto.
Sobre la primera pregunta, San Jerónimo entiende que puede significar «el asesino de Caín completará siete veces la venganza que debe ser ejecutada sobre él».
Jerónimo propone tratar el versículo 18 del capítulo XIII del Éxodo junto con versículo 16 del capítulo XV del Génesis. Suponiendo que en un lugar la tribu de Leví se remite a otro en la tribu de Judas. Él sugiere, sin embargo, que las palabras dadas en el capítulo LXX «en la quinta generación» es más probable que signifiquen «adornado» o «cargado».
En respuesta a la pregunta sobre Isaac, San Jerónimo afirma: Ningún hombre salvado que se ha dignado a poner su carne para nuestra salvación tiene un conocimiento total y un asimiento completo de la verdad. Paul, Samuel, David, Elisha, todos cometen errores, y los hombres santos sólo conocen lo que Dios les revela
INFORMACIÓN TOMADA DE:
http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=370
http://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%A1maso_I
http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=370
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