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LA RELIGIOSIDAD INCONSCIENTE, SEGÚN VIKTOR E. FRANKL.

P.PRISCILIANO HERNÁNDEZ CHÁVEZ, CORC.

 

 

 

Viktor E. Frankl ( 1905-1997) fue un neurólogo y psiquiatra sobreviviente a los campos de de concentración nazi; fundador de la Tercera Escuela de Psicoterapia de Viena por su aportación de la "Logoterapia", que es una forma de análisis existencial terapéutico.

Para obtener su título de Doctor en Filosofía, escribió su tesis, para mi gusto iluminadora y sugerente llamada "la Presencia Ignorada de Dios".

 

Al tratar de la esencia del análisis existencial, ubica un dicho de Arthur Schnitzler el cual señala que existen tres virtudes: objetividad, audacia y sentido de responsabilidad. En esta perspectiva, a Adler lo alinea con la virtud de la audacia, para que el paciente llegue a superar su sentimiento de inferioridad; a Freud le atribuye la objetividad por el psicoanálisis. Lo considera víctima de la objetividad porque terminó en objetivación, ya que el psicoanálisis contempla al hombre como dominado por mecanismos y el médico se presenta como quien domina estos mecanismos. Sólo un hombre máquina tiene necesidad de un médico técnico.

 

Así, según nuestro autor, el psicoanálisis despersonaliza al hombre. A la virtud del sentido de responsabilidad correspondería: el hacer del hombre un ser responsable o traer a su conciencia el tener responsabilidad de su propio ser.

 

Enseguida, trata del inconciente espiritual. Propone revisar las fronteras: no se trata ya de un mero inconciente impulsivo, sino también de un inconciente espiritual. se da en él una impulsividad inconsciente y una espiritualidad inconsciente. El verdadero y propio ser humano es no sólo un ser en este nivel impulsivo, sino en el sentido de Jaspers, es un ser que decide. Existe por tanto un yo que decide. El psicoanálisis ha llegado a cosificar o elloificar y a desyoificar al ser humano.

 

Lo espiritual no sólo puede ser consciente, sino que también, tanto en su última instancia como en su origen tiene que ser inconsciente.

 

Más adelante trata del análisis existencial de la conciencia. Una vida a partir de la conciencia es siempre una vida absolutamente personal que tiende a una situación absolutamente concreta, a eso que puede importar a nuestro ser individual y único en las condiciones determinadas de su existencia: la conciencia incluye siempre el ahí concreto de mi ser personal.

 

Para explicar la condición humana de ser libre basta la existencialidad; para explicar la condición humana de ser responsable debe remitirme a la trascendentalid del tener conciencia. El hecho psicológico de la conciencia es sólo el aspecto inmanente de un fenómeno trascendental.

 

En este apartado habla de Dios como prototipo de toda paternidad. El padre sólo es el primero ontogenética, biológica y biográficamente; pero Dios es el primero ontológicamente. Psicológicamente la relación hijo-padre es anterior a la relación hombre-Dios, pero ontológicamente la primera no es modelo para la segunda, sino al revés. Está pues en contra de lo que afirma el psicoanálisis: Dios no es una imagen del padre, sino el padre es una imagen de Dios.

 

A través de su análisis existencial descubre dentro de la espiritualidad inconsciente, una religiosidad inconsciente en el sentido de un estado inconsciente de relación a Dios, que aparece como una relación a lo trascendental inmanente al propio hombre, a menudo latente en él. Existe en nosotros una tendencia inconciente hacia Dios; es decir, una relación inconsciente, pero intencional a Dios. Por ello, habla el autor de la presencia ignorada de Dios en el inconciente humano. Dios nos es inconsciente, de manera que la relación con él a veces en este sentido es reprimida.

 

Ante el Dios oculto o el Dios desconocido, es necesario precaverse contra tres posibles desviaciones:

1)En sentido panteísta: el afirmar que el inconciente o el "ello" pueda ser divino.

2) Dios inconciente: podría entenderse en sentido ocultista. Desembocaría en una omnisciencia del inconciente. El inconciente no sólo no es divino; ni siquiera se le puede atribuir un atributo divino, como la omnisciencia.

3)No es un "ello" independiente. Nos señala que éste fue el gran error de Jung quien tuvo el mérito de haber visto dentro del inconciente el elemento religioso pero cometió el error fundamental de "elloificar" la religiosidad inconsciente; es decir, de dar a la presencia ignorada de Dios una falsa localización, al situarla en el "ello". La religiosidad inconsciente en Jung está ligada a arquetipos religiosos, y por tanto, del inconsciente arcaico o colectivo. Esta se encuentra lejos de una decisión personal del hombre. Para Frankl la religiosidad no podría originarse de ningún inconsciente colectivo, por pertenecer a las decisiones personales del yo. La verdadera y auténtica religiosidad no tiene carácter impulsivo, sino decisivo. La religiosidad no puede ser innata al no estar encadenada a lo biológico. Aunque ciertamente la religiosidad se mueve dentro de ciertas líneas y esquemas formados de antemano.

 

Las vivencias religiosas inconscientes, tal como aparecen a veces en el análisis existencial, se ajustan a las antiguas y añoradas imágenes de la época infantil.

 

En el neurótico, el sentido religioso acusa una deficiencia: su relación a la trascendencia se encuentra perturbada ya que esta dimensión trascendental se ha reprimido. En este inconsciente trascendental emerge una inquietud del corazón. La religiosidad reprimida puede ser una religiosidad desdichadamente reprimida. Cuando la fe se atrofia, se deforma y desfigura: la fe reprimida degenera en superstición.

 

Concluye que de las neurosis obsesivas a nivel no colectivo, sino individual, e incluso de toda neurosis pura y simplemente, puede en no pocos casos decirse: en la existencia neurótica se venga de sí misma la deficiencia de su trascendencia.

 

Dice que la logoterapia, ni puede ni desea sustituir a la psicoterapia, sino sólo completarla; que quede claro que no puede la cura de alma médica sustituir la cura de almas sacerdotal. Por más que la religión tenga efectos psicoterapéuticos eficaces, su motivo primario no es en absoluto psicoterapéutico. Aunque ayudara a la salud o al equilibrio psíquico su fin no es una curación, sino la salvación del alma. La religión da al hombre más que la psicoterapia y exige más de él. Subraya: que "toda interferencia mutua entre estos dos campos, que de hecho puede llevar a los mismos efectos, ha de evitarse absolutamente cuando la intención respectiva es ajena a la del terreno en que nos movemos". Por tanto es necesario oponerse a odo intento de traspasar los límiters de la cura de almas médica irrumpiendo en la sacerdotal y viceversa. La psicoterapia no es "ancilla theologiae", sierva de la teología. Si la dignidad de la persona se funda en su libertad, incluso hasta en la decisión del "no", igualmente la dignidad de la ciencia descansa en esa libertad incondicional que garantiza a la investigación su independencia. Para la teología, son útiles solamente en el terreno científico los resultados imparciales y objetivos de una investigación independiente, porque tiene por objetivo al hombre en relación a Dios, el Hombre es el camino de la Iglesia, según el Beato Juan Pablo II.

 

 

Pbro.   PRISCILIANO HERNÁNDEZ CHÁVEZ C.O.R.C.

Noviembre 2013

 

 

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