Para Conocer Más "Para saber que sabemos lo que sabemos, y saber que no sabemos lo que sabemos, hay que tener cierto conocimiento." Nicolás Copérnico

ABUELOTERAPIA.

INTRODUCCIÓN

 

Posted on January 25, 2013 by Pepe Valencia

Abueloterapia. Introducción

HISTORIA DE LA ABUELOTERAPIA

Aportación de la Srita. María Fernanda Rueda Martínez

Mucho se ha hablado de que la familia es el núcleo o la base de la sociedad y esto es cierto, tan es así que el gobierno mexicano ha instituido el “Día de la Familia” y el gobierno jalisciense ha tratado de reforzarlo con la ayuda del DIF  al ver en ésta la esperanza de realzar los valores familiares apostando que: “La familia, fortaleza de los jaliscienses”.

Sin embargo hay que tener en cuenta qué se entiende como familia y quiénes la integran, ya que muchos autores hablan que estos días es una época de la familia multigeneracional, comprendiendo aquí al abuelo y la importancia de éste en la formación de las generaciones actuales y futuras, desempeñando una labor muy importante al que el Dr. José de Jesús Valencia le ha llamado ABUELOTERAPIA.

La abueloterapia surge a partir de la experiencia del Dr. Valencia al ver a diario en su práctica profesional las necesidades del individuo que al acercarse a la vejez: 65 años, entra en una etapa confrontativa, ya que al verse en el proceso de empobrecimiento de las relaciones sociales juega un papel importante el hecho de perder prácticamente todo contacto con personas de otros grupos de edad, a excepcion de los hijos y nietos, según explica Buendía, J. en Ballesteros, F. (p. 70-72).

Por otra parte Neugarte (p. 322, 1999) establece que “la participación del abuelo proporciona ayuda emocional, ayudando en los cuidados de los hijos, su educación, en la casa, etc. Dan consejos, conservan y transmiten tradiciones y valores de nuestro grupo cultural y proporcionan una continuidad histórica para los miembros mas jóvenes. Estos dos últimos elementos son importantes para el sentimiento de identidad del individuo”.

CONDICIONES DEL ABUELO FRENTE A LA FAMILIA

Aproximadamente un 70% de las personas ancianas tiene nietos y un 33% de ellas son bisabuelos. Esta nueva experiencia puede llenar de sentido y motivaciones la vida de los abuelos. Es el lazo que une a las distintas generaciones, permite la supervivencia historia cultural y de tradiciones familiares. Es fuente de crecimiento y enriquecimiento de los nietos. Los niños aprenden a valorar la vida y a confrontar la muerte. La interacción se facilita al no existir las responsabilidades y obligaciones inherentes a los padres, según explica Mejía, J. y Ortiz, D. en García, R., Morales, J. Encinas, R. Trujillo, Z. y D’Hyver, W. (p. 11, 2000).  A lo anterior no hay que dejar de desapercibido que si el anciano pasa a convivir con alguno de sus hijos casados, tendrá que ajustarse a la nueva familia para encontrar su nuevo papel que le corresponde, sin faltar  al respeto y autoridad que merece como persona pero también ajustándose a las nuevas condiciones y decisiones que toma la familia desde su jerarquía, es decir, el abuelo tiene que respetar toda decisión y opinión de su hijo respecto hasta donde puede llegar su labor dentro de su hogar.

CONDICIÓN DE PADRES QUE TRABAJAN  FRENTE A LOS HIJOS

Hoy en día al verse ambos padres en la necesidad de trabajar, desgraciadamente los niños no tienen la debida atención que necesitan y algunos o si no es que la mayoría se la pasan con la televisión que viene a ser el padre adoptivo, absorbiendo de ésta toda la influencia negativa que transmite. Por tal motivo, algunos padres suplen esta falta de tiempo con dinero. Por lo tanto si en lugar de ello, se invitara al abuelo a pasar el tiempo con los hijos en vez de un extraño, una guardería, etc. seguramente como mencionan Abizanda, S., Alarcón, B., Alvarez, L, Baztan, J., Fernández, B.  y Carrillo, B. (p. 9, 2002) la familia seguiría siendo la célula básica de la sociedad, cuya función mas importante es la de crear las condiciones ideales para que el individuo se desarrolle adecuadamente al favorecer la socialización entre sus miembros, dar protección, afecto, seguridad económica y las condiciones adecuadas para la reproducción del género humano. Vemos pues que al ser abordada bajo esta perspectiva, el tipo de interrelación entre sus miembros dará la pauta sobre el bienestar y apoyo para cada uno de ellos. Cualquier eventualidad que provenga del interior o del exterior del núcleo familiar traerá consigo una reacción o respuesta que repercutirá positiva o negativamente en cada uno de sus integrantes y por ende en todo el sistema.

CONDICIÓN DE LOS HIJOS FRENTE A LOS PADRES QUE TRABAJAN

¿Qué hacer o qué decir aquel pequeño que no tiene una guía en su formación o que la mayor parte del tiempo se la pasa solo deseando una compañía? ¿Qué hacer si cada vez que recurre a sus padres le dicen que están ocupados y cansados?

Según mencionan García, R., Morales, J. Encinas, R. Trujillo, Z. y D`Hyver, W. (p. 11, 2000) sabemos que las dificultades económicas y las exigencias del mundo laboral están favoreciendo un cambio de papeles, en donde los padres funcionan como proveedores y los abuelos se convierten en los cuidadores de los nietos. Sin embargo si aplicamos un poco lo que es la abueloterapia sería mas sano para esa familia la interacción con el abuelo en ausencia de los padres que el requerimiento de servicios externos a los valores de la misma familia.

Por otro lado si dejamos de ver el lado bonito y viendo que  la abueloterapia en familias disfuncionales puede generar problemas tales como el caso de los nietos que son utilizados como punto de triangulación en conflictos entre padres e hijos. Muchos problemas pueden solucionarse aclarando los límites en los papeles, funciones, tareas o responsabilidades de los padres y de los abuelos. Sin embargo, cuando estos conflictos persisten, por lo general deben atribuirse a antiguos problemas o resentimientos entre padres e hijos que no han sido solucionados y que por tanto es bien sano para la estabilidad emocional de ambas partes la solución o aclaración de aquellos sentimientos.

 SITUACIÓN DEL ABUELO FRENTE A UNA SOCIEDAD QUE LO DISCRIMINA

         Una irracional corriente de opinión devastadora como el fuego, una forma desoladora de pensamiento, unas criminales costumbres se extienden poco a poco, socialmente y al unísono, sobre los mayores, el envejecimiento y la discapacidad, de tal manera que las sociedades pueden estar caminando hacia su autodestrucción masiva, sin que nadie haga nada por evitarlo.

 

Resulta como si el propio monstruo devastador de la discriminación por la edad y del terror biológico a envejecer, recreado por las sociedades, caminase inexorable, lento y firme, aplastándolo todo, mientras hombres y mujeres jóvenes, desde la conveniencia momentánea, y los de más avanzada edad desde la resignación, mirasen hacia otro lado cediéndole paulatinamente sus gigantescos y sigilosos pasos hasta la destrucción final de la humanidad.

 

Hay quien se permite hablar de que existe ya una auténtica revolución silenciosa de los mayores y discapacitados entendiendo que pronto serán mayoría. Pero la realidad es que no existe hoy ninguna revolución de los mayores, como no existen las revoluciones silenciosas, sino una aceptación resignada de su cada vez más lamentable situación y escaso papel en la sociedad: desintegrados, sin referencias, sin autoestima, sin futuro, tantas veces discapacitados, sin autonomía, sintiéndose siempre un problema para todos, sin respeto a su derecho a la expresión del pensamiento o la opinión propia, viviendo y muriendo en soledad.

Malos tratos y abusos

El monstruo de los malos tratos y la discriminación por la edad avanza y potencia en la política, en la economía y en la sociedad los conceptos de jubilación en el sentido de muerte social del individuo y los trasnochados de “tercera edad” o retaguardia, equivalentes a “última fase”.

Existe soledad, miedo psicológico y resignación entre los mayores y existe miedo social y colectivo a la vejez, a la discapacidad y a la dependencia. Y como se odia a lo que se teme, existe también odio a la vejez.

 

Junto a ello y tal vez por ello, existe en todas las sociedades una racista y criminal discriminación de los ancianos, más grande, más potente y socialmente más destructiva que cualquier otro tipo de discriminación. Supone uno de los peores tentáculos del monstruo. Se discrimina a los ancianos en las familias negándoles tantas veces el respeto y la atención debidos y erigiéndose en sus portavoces sin ni siquiera haberles consultado. En muchos países de Europa (y España no resulta una excepción) los hospitales se llenan de ancianos en agosto y la explicación resulta sencilla: cuando llegan las vacaciones de verano muchas familias se preguntan: “¿y ahora que nos vamos de viaje, qué hacemos con el abuelo y con el perro?” Al perro se le suele encontrar una plaza en una residencia canina con cuidados profesionalizados y al abuelo resulta relativamente fácil dejarle en el hospital, en cualquier hospital; no hay suficientes plazas libres en las residencias públicas, cuando las privadas cuentan con miles de plazas vacías…

Se discrimina a los mayores, a los dependientes y a los discapacitados desde la política que no los tiene en cuenta para formar parte de las listas electorales de los partidos, que los condena a los guetos residenciales no especializados como si no existiesen otras soluciones, y los entiende solo como problema o amenaza del sistema fiscal o de la seguridad social, que, a su vez, los trata desde actitudes paternalistas o conmiserativas desde las “políticas sociales”, cuando no los manipula para obtener su voto.

 

Se discrimina a los mayores en las empresas negándoles el trabajo, los conocimientos, la experiencia y la autoestima, adelantando colectivamente hasta 15 años con un solo prefijo su jubilación que finalmente se traduce en “muerte social del individuo a edad temprana”. Se discrimina a los mayores en la sociedad a través de usos y costumbres que socavan su dignidad o que alientan solo los aspectos más negativos del proceso de envejecer o en la sanidad, achacando siempre sus enfermedades a “la edad”.

La discriminación por la edad

Se discrimina a los mayores y se descalifica a las personas por razón de su edad en el arte, la ciencia, la comunicación y la publicidad, que resaltan de forma sistemática la juventud como un valor en sí mismo unido a la máxima expresión de la belleza en un mundo que rinde culto al físico desde convencionales (y cuestionables) criterios estéticos exclusivamente relativos al primer tercio de la vida. Así, lo bello resulta lo joven; quien envejece, supone lo feo, lo antiguo, cuando no lo inútil.

El monstruo, que es como una filosofía, cuenta con muchos tentáculos y crece silencioso como un kephir en el frigorífico, consolidando valores estéticos relativos a la juventud como incuestionables, modificando (con el objetivo cierto y calculado de atentar contra la vejez) los valores éticos de la humanidad, justificando socialmente las actuaciones más repudiables con las personas de edad avanzada, nutriéndose de la energía y el desconocimiento de los más jóvenes, aplastando desde el miedo la voz de los mayores.

 

Se sabe de la existencia de miles de familias que tratan con justicia a sus mayores desde el afecto, la consideración y el respeto debidos, pero ello no resta un ápice de objetividad a la penosa y cada vez más generalizada situación social de los mayores. Terror individual y colectivo a envejecer, odio a los mayores, soledad, desencuentro intergeneracional, desintegración social, discriminación salvaje por la edad en todos los ámbitos… ¿Adónde vamos?

El extremo final de esta negativa filosofía expansiva del monstruo es la muerte voluntaria, la eutanasia. ¿Qué nos cuentan, entre otros aspectos, los defensores radicales de la eutanasia o las películas más aplaudidas y premiadas del mundo, la muerte buena como solución a los problemas de discapacidad? El mensaje final es coherente con la tesis de este artículo. El monstruo no va a parar, se retroalimenta socialmente e intentará al final del proceso condenar selectivamente a morir a los mayores y discapacitados.

Integrar a los mayores

En octubre de 1999 se inauguró la conmemoración del Año de las Naciones Unidas de las Personas Mayores, bajo el lema “Una sociedad para todas las edades”. Se trabajó para que se partiese de una sociedad con un “diseño para todos”; crear y producir pensando en todas las personas y tener en cuenta las necesidades o dificultades específicas de todos aquellos que no cuentan con toda la capacidad, autonomía o habilidad física, psíquica o sensorial que se suponen habituales. Un diseño que debiera generalizarse en todos los ámbitos de la vida cotidiana, pública y privada.

Pero este “diseño para todos” deberá ser, ante todo, una filosofía basada en la igualdad de derechos de todas las personas. Ha de incluir además una consulta previa a los posibles usuarios, ya que son éstos quienes están en mejores condiciones de señalar sus necesidades y las dificultades y limitaciones con las que se encuentran.

Respeto, atención y cariño son los tres principios básicos en la relación con nuestros mayores. Respeto a su momento psicofísico, a su ritmo propio, a sus valores y concepciones, a sus comportamientos, a sus deseos y querencias, a su propia organización de la vida. Ello no implica estar de acuerdo siempre con ellos cosas y habría que distinguir dónde está la frontera entre lo que estos desencuentros afectan a la vida de los no mayores. El consenso es la fórmula más deseable. De todos modos, los mayores tienen derecho a elegir cómo quieren vivir, porque inmiscuirnos e imponer nuestros criterios equivale a un abuso de poder y a una falta de respeto a su libertad.

La atención al anciano será siempre desde una escucha abierta, positiva y sin juicios de valor ni prejuicios. Esta atención lleva implícita la dedicación de un cierto tiempo para escuchar cómo está esa persona mayor, cómo vive, qué quiere, qué le gusta, cómo percibe sus recuerdos y experiencias.

Ya en el último de los tres principios citados, el cariño debemos proporcionárselo a los mayores en grandes dosis, porque en esta edad se valora más que nunca el afecto, la sensibilidad que dejamos escapar a menudo por la servidumbre que mostramos ante la seriedad, el trabajo, el sagrado concepto del deber, los prejuicios, la timidez y la vergüenza. Pero no nos referimos a un cariño ensimismado o ñoño, sino más bien a ese cariño que se trasmite a través de ese interés por lo que les ocurre a nuestros mayores, por el respeto, la escucha, ese tiempo de dedicación… y que se traduce en nuestros gestos, nuestra mirada, nuestro tono cálido a la hora de dirigirnos a ellos. Y también, por qué no, el cariño manifestado mediante la caricia: esa mano que se posa, que presiona, que agarra, ese abrazo que funde la distancia y ese beso que hace sentir que no se está solo y que se es querido y valorado.

La madurez de la experiencia nos dice que las barreras que surgen a lo largo de la vida no pueden impedir nuestro desarrollo; al contrario, representan una invitación a replantearnos los límites de nuestra creatividad o como diría P. Freire: “A darnos cuenta de que somos seres en transformación y no en adaptación. A ser conscientes de lo devastador de los enfados y de las actitudes negativas y pesimistas”.

CAPACIDAD DEL ABUELO PARA AMAR Y COMPARTIR EXPERIENCIAS

Cada etapa que conforma la vida de un ser humano se caracteriza por ciertas habilidades. Al nacer desarrollamos la habilidad de la supervivencia y conforme vamos creciendo desarrollamos la habilidad de la comunicación tanto verbal como no verbal. El aprendizaje y la práctica de habilidades se dan en la etapa de juventud y al llegar a la edad adulta uno toma todo lo aprendido durante la experiencia propia para desenvolverse en una sociedad donde deberá la persona ser productiva para obtener una posición, un estatus, una familia o un patrimonio. Y es en esta etapa cuando se comienza a desarrollar plenamente la madurez. Con el paso del tiempo las habilidades y capacidades se van deteriorando, señalando la proximidad de la vejez. Esta etapa a la cual se le teme tanto puede ser un momento ideal para que el anciano deje un legado tanto a sus hijos como a sus nietos. Este legado será de gran valor a los hijos por el hecho de saber ya por el proceso que ellos están pasando como nuevos padres, siendo entonces un gran apoyo y consejero. En el caso de los nietos, como fue ya mencionado, se encuentran en una etapa donde adoptarán las normas sociales, los valores primordiales inculcados en la familia y sus habilidades tanto laborales como sociales. Es con ellos con quienes el abuelo puede fungir como un segundo tutor o la persona con la cual el niño puede desahogar sus inquietudes, sus sueños y sus deseos. Los abuelos son generalmente los blancos más convenientes y más seguros para expresar las sensaciones ambivalentes de sus nietos hacia sus padres. Cuando los niños confían en que sus abuelos los amarán sin importar lo qué hagan, se sienten más seguros para expresar el enojo o cualquier otro sentimiento que pueda existir hacia sus padres, compañeros, amigos y la sociedad en general.

La importancia de inculcar tanto experiencias como afectos por parte del abuelo hacia el niño es vital ya que si se crea un vínculo de respeto y confianza y se enriquece día con día, en un futuro éste podrá ser un pilar en el desarrollo integral de la persona y será inculcado de ese modo a las siguientes generaciones, fomentando así la integración de 3 generaciones de una misma familia.

Estudios realizados en Latinoamérica han demostrado que los abuelos centro y sudamericanos prefieren cuidar a sus nietos antes de permitir la contratación de una persona ajena a la familia. Esto trae como consecuencia un vínculo familiar más estrecho teniendo como resultado el fomento de los valores y la preservación de las creencias y lazos familiares, básicos para la creación de un ambiente de confianza, respeto y valoración de este medio.

Carta a mis Abuelitos

Dicen que son mi abuelito y mi abuelita, pero ¿por qué llamarlos así si mis padres te llaman “Papi” y “Mami”? Yo también quiero llamarte Papá, Mamá.

 

¿Cuál es la diferencia? Tú también me amas, tú también me cuidas, tú también velas por mí y me proteges… Tú también me enseñas y me corriges… A veces te hago travesuras, pero tu paciencia es muy grande. Otras veces aprovechándome de tu gran bondad, te pido y te exijo cosas que no le pediría a Papi y Mami, pero que sé que tú me las darás porque me consientes más.

¿Por qué Papá Dios te hizo Papá y Mamá dos veces? Si con una vez, era suficiente, pero creo que es porque tu amor es tan grande que no cabía en un solo Papá y una sola Mamá. Sé que las arrugas que llevas en tu frente las llevas por las tantas veces que frunciste el ceño pensando en mí, evocándome en tu pensamiento. Sé que tus manitas tan llenas de callos y con las que me acaricias tan suavemente están así porque trabajaste duro para darme a mí, tu nietecito, un mejor futuro…

Sé que tienes muchas esperanzas en mí. Sé que piensas en mi bienestar y deseas verme feliz. Sé que me ves como tu propio hijo a pesar de que Dios me dio otro Papá y ese sí es tu hijo.

Pero cada vez que me miras a los ojos y yo me puedo ver en tus pupilas, sé que tu mente se llena de recuerdos, de satisfacciones y de sueños.

Recuerdos de la niñez de mi padre y madre, cuando recién te estrenabas como papá y mamá. Satisfacciones de ver los frutos de tu cosecha… Difícil fue la cosecha (con la crianza de tus hijos) pero hermosos los frutos (tus hijos y los hijos de tus hijos).

Y sueños… porque mi Padre y mi Madre han comenzado su cosecha, como la comenzaré yo algún día y tu mayor anhelo es vernos felices… Sueñas con poder llegar a ver lo que ha sido sembrado hoy.

¡Qué ojos más bellos Abuelito, Abuelita, cuando me veo reflejado en ellos!

Abuelito, Abuelita… hermosos viejecitos que llenan de alegría y cariño mi vida… No puedo más que repetir sus palabras, las palabras que a diario echas sobre mí:

¡Que Dios los bendiga a ustedes también, Abuelitos!

-Yaz 27-06-99-

Se les suele ver en el parque o a las salidas del colegio en busca de los nietos. Conocen todos los dibujos animados de moda y dónde se encuentra la hamburguesería más cercana. Son los abuelos canguro que cuidan de sus nietos mientras los padres están trabajando o disfrutan de un tiempo de ocio.

En las nuevas estructuras sociales, donde la madre y el padre trabajan, es muy importante saber elegir y compartir el cuidado de los hijos con terceras personas. A veces, buscar a la persona idónea es casi imposible y se recurre a los abuelos para esta función.

En una unidad familiar es un grave problema el decidir quien cuidará a los niños cuando los padres están en el trabajo o se toman un tiempo de ocio. Dejar el cuidado de los más pequeños en otras manos puede ser bastante difícil. Muchos de los que padecen esta situación cuentan con la ayuda de los abuelos.

 

Cambio social

En una sociedad cada vez más individualista, una de las cosas buenas que tiene esta situación es que los abuelos y las abuelas han recuperado un cierto protagonismo. Esto es bastante beneficioso también para chavales, porque les permite aprender el concepto de evolución y continuidad de la familia.

 

Al mismo tiempo, se mejora su afectividad y sus conocimientos sobre su procedencia. Por otro lado, los abuelos comparten responsabilidades de su entorno más cercano y se les evita quedar arrinconados por no estar en la vida activa. Es frecuente ver a los abuelos jugando con sus nietos en el parque, a las salidas de los colegios o intentando montar los endiablados juguetes que aparecen en el menú infantil de las hamburgueserías. Son los abuelos canguros o baby sitter.

 

En las actuales estructuras sociales, la importancia de estos abuelos canguros es cada vez más evidente. En muchas familias se han convertido en un miembro indispensable que permite el buen funcionamiento del hogar, con una nueva distribución de las tareas del hogar.

Establecer las reglas

En este marco idílico, también surgen problemas. No son excepcionales las veces que los roces entre padres y abuelos aparecen en relación sobre la toma de decisiones en torno a los nietos. Para los primeros, puede resultar difícil asimilar que el abuelo o abuela que cuida los niños deba tener una cierta autonomía a la hora de decidir determinadas cuestiones sobre los pequeños. En relación con los mayores, pueden caer en el error de pensar que deben asumir la responsabilidad total del funcionamiento de la unidad familiar.

 

El saber delimitar el campo de juego, mejorará la relación entre los padres y los abuelos. De esta forma, conocerán ambas partes dónde están los límites y qué parte de responsabilidad comparten sobre los pequeños. No hay que olvidar que los niños son inteligentes y saben aprovechar las situaciones ambiguas en su beneficio. Si notan que hay contradicciones entre unos y otros, intentarán conseguir de una parte lo que la otra les prohíbe.

 

Los abuelos tienden a dar a los nietos lo que, posiblemente, no consintieron o pudieron dar a sus hijos. Esto da lugar a un choque entre las líneas de educación que quieren establecer los padres y las actuaciones que llevan a cabo los abuelos. Hablar antes entre ellos, permitirá una educación basada, no solamente en juegos y consentimientos, sino más formativa y profunda.

Al otro lado del charco

 

En Estados Unidos es habitual que los abuelos reciban, incluso, una asignación de los padres por responsabilizarse de los nietos. No es sólo un favor hacia los hijos, sino también una tarea con una remuneración económica. Tanto llega a ser la situación, que los abuelos suelen tener un seguro sobre esta actividad para evitar posibles reclamaciones y demandas de los padres.

Esta situación todavía no es habitual en la sociedad mexicana. No es común el pagar a los abuelos por el cuidado de los nietos. La cultura latina siempre ha tenido muy arraigado el cuidado de los pequeños dentro del entorno familiar. No se piensa que sea una actividad lucrativa. Muy al contrario, muchos creen que es una continuidad a sus deberes familiares.

 

NECESIDAD DE ELABORAR PROCESOS DE PERDÓN OPORTUNAMENTE

Todos nosotros somos creadores de nuestra propia realidad. Los pensamientos y las emociones negativas crean una realidad negativa. Pensamientos y emociones positivas crean una realidad positiva. Por lo tanto, es importante que las propias emociones estén bajo absoluto control. Tratar de controlar las propias emociones y los pensamientos no es ideal. Necesitaríamos demasiada energía para suprimir la emoción y el pensamiento. Cada día contamos con una cantidad de energía específica, y suprimir pensamientos y emociones es un desperdicio. Nuestros pensamientos y emociones negativas crean una realidad de 24 horas por día, siete días por semana. Los pensamientos y emociones negativas son lo mismo que un niño interior lastimado y una relación no saludable entre los padres, sus padres internos.

Sin importar cuán buena haya sido nuestra crianza durante la niñez, siempre habrá una falla en algún área. Nuestros padres sabían ciertas cosas pero no sabían otras. Ellos tenían sus propias ideas con respecto a la forma de ser padres para un niño e hicieron lo mejor, ese es el rol de los padres. En sus años jóvenes, el niño no conoce la razón, y muchos eventos crean pensamientos que son totalmente irrazonables a los ojos de los padres o de un adulto. Antes de que un niño pueda hablar, tiene que ser amado, tiene que ser mantenido en un espacio de absoluta seguridad. La relación entre los padres tiene que ser lo más amorosa y humana posible a fin de que el niño pueda manifestar y crear la realidad que desea.

Lamentablemente esto a veces no sucede durante la infancia de un niño y, “nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz”… Esto se consigue pidiendo que los padres internos se amen el uno al otro, y así se aseguren de que haya una bella relación entre ambos, sosteniendo un espacio en donde el niño puede ser sanado. Un niño lastimado es víctima de las circunstancias, y eso puede convertirlo en un niño problemático o una víctima. El niño problemático siempre es el que recibe la mayor cantidad de energía. Entonces le toca a sus padres internos el saber cómo manejar al niño interno. El niño hará todo lo posible para ser visto – creará una realidad. Si alguna vez se han cuestionado por qué se enojaban con ciertos eventos en la infancia, estos estarán estimulados por eventos que reflejan las memorias del pasado.

Todo esto nos demuestra la importancia que tiene el perdonar a nuestros padres ya que si no llevamos a cabo dicho perdón los rencores o malos entendidos continuarán para la posteridad y esto tarde o temprano recaerá en los nietos, ya el que el padre podrá temer que aquello que él sufrió pueda ocurrirle también a su hijo, siendo que tal vez el abuelo nunca se dio cuenta del daño que pudo haberle ocasionado a su propio hijo, ya que como se ha comentado ya, ellos nunca tuvieron una enseñanza de cómo ser padres.

Perdonando los padres a los abuelos y viceversa también creará un vínculo más estrecho entre ellos ya que la comunicación se hará más efectiva y podrán establecerse acuerdos en cuanto al trato y la educación que recibirá el nieto y así se formará una alianza donde todos salgan obteniendo un beneficio.

BIBLIOGRAFÍA

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