BODAS DE ORO DE NUESTRO SEMINARIO DE SALVATIERRA.
‘Vaya Padre a Salvatierra, la Virgen le será propicia’.
(palabras del Excmo. Sr. Dn. Luis María Altamirano y Bulnes, entonces Arzobispo de Morelia). Y así ha sido.
Monseñor Alberto Suárez Inda, dignísimo Arzobispo de Morelia; querido Padre Antonio Gómez Elicea, Director General de la Confraternidad de los Operarios del Reino de Cristo; querido Padre Trinidad Hernández Vázquez Director de la Región de México; Padre Rector de Nuestro Seminario de Salvatierra Francisco Abonce, Padres Superios del Seminario de Salvatierra y de Querétaro, y demàs hermanos sacerdotes que nos acompañan. Amados seminaristas de nuestro Seminario Menor de Cristo Rey de Salvatierra y de nuestro Seminario Mayor del Sagrado Corazón de Querétaro. Hermanos todos en el Corazón Traspasado de Jesucristo, Sacerdote, Víctima y Altar.
Agradezco al Padre Rector Francisco Abonce y a los Padre Superiores del Seminario de Cristo Rey de Salvatierra, que tuvieron a bien invitarme a tomar la palabra en esta efemérides de nuestra Confraternidad Sacertotal, como lo es el Cincuenta Aniversario de la Fundación de Nuestro Seminario, 10 de febrero de 1964-2014.
Asumir el pasado en el presente y desde ahí reforzar la visión de futuro, ha de ser parte de nuestro quehacer cotidiano, con gran esperanza, la cual es el motor de la historia y su fin.
Dice la Carta de la Conferencia del Episcopado Mexicano del 2000, n.13: …“debemos recurrir a los acontecimientos significativos que están en los orígenes fundacionales. En ellos se pueden reconocer la presencia divina y el suave rocío del Espíritu que fecunda las semillas del Verbo para que florezcan en una cultura vitalizada por el Evangelio”… Así tenemos que recrear nuestra historia particular en cada corazón bajo el dinamismo de la fe que es adhesión plena a Jesucristo, acontencimiento, clave y norma absoluta de la Historia.
La Historia recuerda hechos significativos. Para la Historia de la Salvación son momentos de gracia, dones del Espíritu Santo que involucran la respuesta del hombre a favor de la salvación.
Para Nuestra Familia Sacerdotal de Operarios del Reino de Cristo, el Seminario Menor de Salvatierra, posee su itinerario en la Historia, forma parte de nuestra identidad, es parte de nosotros. Será tarea de enamorados, amantes de la Iglesia, de la Confraternidad y de la verdad histórica, quienes habrán de recoger el paso de Dios por la vida de esta amada Institución ya cincuentenaria, para las generaciones presentes y las que la Providencia tenga a bien concedernos en el futuro. Diría es tarea de amor y deber insoslayable.
Hemos de tener presente, que el hombre está inmerso en la realidad y ésta por su misma naturaleza, es misterial. Él mismo participa de este estatuto: es misterio. Acercarse a una persona o personas, sean quienes sean, es percibir lo que está más allá de sus rostros: el misterio. Ahí se percibe ese desvelarse y ocultarse; del ser y del aparecer, del ser y del decir, del ser y del vivir, del ser y del amar, del ser y del tiempo, como lo afirma Heidegger. Nos adentramos en el camino de la verdad, de esa verdad como alumbramiento y ocultación que se densifica y se inscribe en la historia. Esta postura exige despojarse de prejuicios para contemplar a la persona y las personas, como verdad que acontece, en el ámbito envolvente del amor. “…en la experiencia de un gran amor, como recordaba Guardini, todo se vuelve un acontecimiento dentro de su ámbito”. En la perspectiva de la fe nos colocamos ante la realidad más plena; nos ubicamos ante lo real que aparece y que siempre está más allá.
Así en esta perspectiva, queremos ver a la persona y a las personas que hicieron posible nuestro “ahora” significativo de la historia de Nuestro Seminario de Cristo Rey de Salvatierra. Ojalá que pronto escribamos con mayúscula la Historia del Seminario de Cristo Rey de Salvatierra, con las vivencias y anécdotas, con los testiomonios fidedignos de quienes la escribieron con sus vidas y con la metodología propia de la Historiografía. Ahí está un reto que se ha de asumir.
El humilde ‘hoy’ del Padre Enrique fue asumido y redimido en el ‘Hoy’de Dios por su ‘sí’ en Jesucristo Sacerdote, desde su ofrecimiento de gratitud a Dios, a la Virgen Santísima de Guadalupe, a la Iglesia y al sacerdocio, decidió trabajar por las vocaciones sacerdotales de modo que muchas manos levantaran el caliz de la salvación, de la nueva y eterna alianza (Sal 115).
Para nosotros su ‘hoy’ es memoria, es profecía, es celebración. Así se funda nuestro Seminario en Salvatierra, Gto. , con el beneplácito del entonces Arzobispo de Morelia, el Excmo. Sr. Dr. Dn. Luis Altamirano y Bulnes, con el beneplácito, apoyo y la dirección espiritual del Sr. Cura de Salvatierra, antiguo director espiritual del Padre Enrique, Don Ruperto Mendoza, nuestro primer director espiritual y confesor, varón eximio en virtudes sacerdotales, gran catequeta y gran apóstol de las vocaciones sacerdotales, – cuyo proceso de beatificación se podría incoar conforme a derecho-, quien semanalmente, aparte de los retiros mensuales, nos preparaba para dar las catequesis en Batanes y en otras periferifas de la ciudad, según la edad y el grupo, con los extraordinarios Manuales de Catecismo O.N.I.R. de Mons. Juan Navarro, pioneros en esos tiempos en los cuales prevalecia el catecismo del Padre Ripalda; incluso vivió varios años con nosotros antes de morir y estuvo en la Basílica de Guadalupe, en la ordenación de los primeros sacerdotes operarios, antes de la cual nos dio consejos de sacerdote, sabio y santo.
Cuántas cosas se nos vienen a la mente y al corazón que vivimos con el Padre Enrique, alegre,-al fin formado en las escuelas salesianas como nuestro Papa Francisco-, enérgico, con esa visión de una obra para la Iglesia. Párroco incansable, quien desde la parroquia de Cristo Rey de Tulpetlac, se desplazaba semanalmente para antender la marcha del Seminario.Cuando teníamos la fortuna de acompañarlo, era obligado el rezo del rosario, los chistes, las anécdotas y los cantos hermosos, como Mamma son tanto felice o el canto romántico del limoncito, tanto en castellano como su traducción latina. Creo que nadie le igualamos en esta dedicación y entrega, que no conoció límites, salvo por la obediciencia y la enfermedad. Podría extenderme mucho en este apartado, pero les recomiendo que lean este libro testimonial, ENRIQUE AMEZCUA MEDINA, HABLAN SUS HERMANOS, de Guadalupe García Lecona y del P.José Reyes Cedillo; avance para conocer la vida de este hombre de Dios, con el cual el mismo Dios, quiso entretejer nuestras vidas. Les dejo estos 10 ejemplares para que los puedan leer los seminaristas.
¡Cómo no recordar la entrega proverbial, valiente, de quien abrió caminos, nos apoyó, nos aconsejó y fue un valladar en nuestra vocación, el querido del P. Everardo Mendoza Valencia, sincero, recto, apostólico!
Dos Casas en el tiempo, un Seminario en la Historia. La primera, el antiguo Convento de Capuchinas, a partir del 10 de febrero de 1964, en el Aniversario del martirio de José Luis Sánchez del Río, Niño Mártir de Sahuayo, Mich., quien le dijo a Nuestro Padre Fundador el P. Enrique, cuando éste siendo niño deseaba pertenecer al Ejército de Cristo Rey durante la persecución religiosa (1927-1929):
‘Dios te llama para cosas más grandes’; la segunda, desde la Solemnidad de Cristo Rey del Universo del mismo año de 1964, en la antigua fábrica de telas y finca de Batanes, hoy Nuestro Seminario Menor de Cristo Rey, donde nos encontramos y cuyos muros son testigos de nuestro proceso diferenciado de crecimiento y maduración.
Por estos espacios ha transcurrido parte de nuestra vida, nuestra primera formación sacerdotal de Operarios del Reino de Cristo. ¡Cuántos recuerdos, cuántas alegrías, cuántas gracias, cuántas lágrimas, cuántas esperanzas!, en la
Capilla, en el Río Lerma, en los salones, en la Biblioteca, en la huerta, bajo guayabos variados y esquisitas guayabas que degustabamos como expertos.
De aquí que es grato recordar para agradecer en este período de gracia, nuestra cincuentena de años. Deuda de gratitud para con el Padre Dador de todo bien en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu de Amor; deuda de gratitud con la Santísima Virgen María, ante cuya mirada crecimos, inicialmente ante nuestra Señora de la Luz, a cuyo parroquia-santuario acudíamos todos los días a la misa de 6 de la mañana con el amadísimo Señor Cura Ruperto, quien después nos ofrecía una ponderada y fructuosa meditación; deuda de gratitud para con Nuestro Fundador, el P. Enrique, sin el cual simplemente no hubiera existido este Seminario; de Nuestros Cofundadores Don Abrahán Martínez y Betancourt y Don Pío López y Estrada, con los Arzobispos de Morelia desde Don Luis María Altamirano, Don Manuel Martín del Campo, Don Estanislao Alcaraz, hasta Don Alberto Suárez Inda, quien nos acompaña, y quien ha sido destacado en su amor y entrega a su arquidiócesis en general, y con nosotros en particular. El se vinculó inicialmente con nosotros desde que fuera obispo de Tacámbaro. Algunos sacerdotes de Morelia, como el Padre Antonio Basurto, quien fuera prefecto de disciplina en el tiempo que estudiábamos algunos operarios en Seminario Mayor de Morelia, antes de ir a Toledo y depués Rector del mismo seminario, me decía “se nota que el Señor Arzobispo Alberto los quiere mucho”; somos testigos de ese cariño traducido en acompañamiento sereno y eficaz, que nos habla de un hombre de Iglesia, digno sucesor de los Apóstoles. Deuda de gratitud con tantos sacerdotes beneméritos como el mismo Don Ruperto Mendoza que murió en olor de santidad y que perdió la movilidad de sus piernas por haber permanecido escondido en una zanja durante días por causa de la persecución cardenista; Don Jaime Hernández, actual canónigo de la Catedral de Morelia, quien con estilo jovial fue un tiempo nuestro confesor y orientador, antiguo capellán de la hoy Parroquia de Capuchinas y de los Scouts; del Padre Antonio Abad, deportista, maestro, superior, purépecha de cepa; del Padre Adolfo Nava, recien llegado de la Diócesis de Apatzingan, colaborador del Padre Everardo en la disciplina, buen jugador de Basket Ball, juvenil y siempre alegre; de nuestro primer maestro de filosofía, Rector del Seminario de Tacámbaro y actual Vicario General José Diaz Barriga, recien llegado de Roma; se estrenó con nosotros como maestro de filosofía: nuestro texto era el primer tomo de la BAC en latín; daba sus clases didácticas, enérgicas, con el toque del buen humor. Del Padre Nicolás Herrera , Nuestro querido e inolvidable Padre Nico, compañero ejemplar, maestro y amigo; deuda de gratitud para con Nuestras Hermanas las Religiosas Guadalupanas de la Reparación Eucarística, –la querida Madre Lucha y sus hijas-, quienes durante los primeros años difíciles tuvieron a su cargo la cocina y además en gran parte ellas no sólo cocinaban, sino que buscaban en gran parte el alimento de gentes bondadosas y cristianas, como hay en abundacia aquí en Salvatierra. Deuda de gratitud con tantos y tantos bienhechores, como La Señora Altagracia Navarro, a la cual con cariño llamábamos Gracita; aparte de donativos, nos obsequió la Biblioteca de su hermano primeramente Licenciado y posteriormente sacerdote, el Padre Uriel Navarro. Con la ayuda de Dios y de María Santísima, hicieron que la semilla lanzada al surco -nuestro Seminario-, diera frutos para la Iglesia en Salvatierra y desde esta hermosa ciudad ,‘ tierra salvada y tierra que salva’ como solía decirnos el P. Enrique, siga siendo el Hogar de muchos futuros sacerdotes Operarios del Reino de Cristo, que sientan con la Iglesia, que realicen el sueño de nuestros Fundadores de ser una obra de Iglesia para la Iglesia; que busquemos la solitud por las Iglesias particulares, que suscitemos y apoyemos todas las vocaciones, a la vida dicocesana, laical, de consagrados y sacerdotes, particularmente vocaciones para la Confratenidad, y para el apoyo ministerial, la vida en comunidad. Gracias.
Pbro. PRISCILIANO HERNÁNDEZ CHÁVEZ C.O.R.C.
EXALUMNO DE ESTE SEMINARIO Y
RECTOR DEL TEMPLO EXPIATORIO DEL S.C. DE QRO.
Abril 2014
"¿Quién, que vive en íntimo contacto con el orden más consumado y la sabiduría divina, no se sentirá estimulado a las aspiraciones más sublimes?"
¿Quién no adorará al Arquitecto de todas estas cosas?
Nicolás Copérnico
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