Iglesiaehistoria.com
Papas Santos de la Iglesia No somos seres humanos con una experiencia espiritual, somos seres espirituales con una experiencia humana. Pierre Teilhard de Chardin

SAN INOCENCIO I

Papa de 401 a 417

 

 

Oriundo de Albano, Italia, sin saberse el año de su nacimiento. Inocencio fue muy enérgico y activo, gobernante altamente talentoso, y cumplidor admirablemente los deberes de su cargo. Se le recuerda sobre todo por su enérgica actitud en dos polémicas sonadas. En primer lugar, condenando a los perseguidores de san Juan Crisóstomo, su gran amigo, y enfrentándose al emperador Arcadio, y después haciendo frente a la mayor herejía de su tiempo, el pelagianismo, que negaba la necesidad de la gracia, atendiendo así las peticiones que le había hecho san Agustín. De aquí deriva la expresión: "Roma locuta, causa finita", es decir, "Cuando Roma ha hablado, la causa está terminada".

 

Juan Crisóstomo fue expulsado como Patriarca de Constantinopla debido a hostilidades personales con la emperatriz Eudoxia y las intrigas de Teófilo de Alejandría.  Inocencio I intervino para reintegrarlo a su sede.

 

Inocencio, según san Jerónimo, era hijo de san Anastasio, el papa anterior (399-401), y diácono cuando fue elegido sin dificultades. De él se han conservado treinta y seis cartas que permiten conocer cuan extensa y variada era la autoridad que ejercía y que permiten a ciertos historiadores afirmar que fue el primer obispo de Roma que actuó como papa en el más amplio sentido de la palabra.

 

Sobre San Atanasio I, padre de Inocencio antes de convertirse en papa,  hay que decir que fue un pontífice recordado primordialmente por su condenación del Origenismo. Atanasio romano de nacimiento, se convirtió en Papa en el 399, y murió en poco menos de cuatro años. Entre sus amigos estaban San Agustín, San Jerónimo y San Paulino de Nola. Jerónimo habla de él como un hombre de gran santidad, que era rico en su pobreza. Gobernó durante el tiempo de las invasiones bárbaras.

 

El 24 de agosto de 410 el rey visigodo, Alarico, conquistó y saqueó a Roma durante 3 días. Inocencio no se encontraba en la ciudad, sino que estaba en la corte imperial en Rávena tratando de hacer negociaciones con Alarico. El papa no regresó a Roma hasta el año 412, poniendo entonces todos los recursos de la Iglesia a trabajar con un objetivo: la reparación de la ciudad que, abandonada por los emperadores, era ya solamente la cabeza de la cristiandad.  Entre el 412 y el 426 San Agustín de Hipona escribió "La Ciudad de Dios". Agustín estaba conmocionado por la caída de Roma a manos de Alarico I

 

Materias disciplinarias, pastorales y litúrgicas forman el contenido de las cartas de Inocencio: en todas ellas hay un denominador común: la "norma romana" debía considerarse como universalmente válida.  La cristiandad, en ese tiempo, no podía ser una suma de Iglesias locales, unidas solamente por el vínculo de la caridad, cada una con sus peculiares problemas. Po ello Inocencio consideró indispensable la consolidación de la unidad en esa voluntad de Jesucristo comunicada a san Pedro. Inocencio llegó a escribir: "Todo lo que ha sido transmitido a la Iglesia por el apóstol Pedro y ha sido observado hasta ahora, ha de ser observado por todos."

 

Cartas de contenido disciplinario, o decisiones de casos importantes, se enviaron a varios obispos: de Tolosa,  de Macedonia, de Gubbio, de Nocera. Inocencio también remitió cartas más cortas a varios otros obispos, entre ellos a dos obispos británicos, Máximo y Severo

 

Probablemente influyó en el emperador Flavio Honorio para publicar desde Roma el año 407 un drástico decreto contra los maniqueos, los montanistas, y los priscilianos. A través de la generosidad de una rica matrona romana llamada Vestina, , Inocencio pudo construir una iglesia dedicada a los Santos Gervasio y Protasio.

 

Inocencio también tomó parte en la controversia pelagiana. En el año 415, el sínodo de Jerusalén trató el asunto de la ortodoxia de Pelagio ante la Santa Sede. El sínodo de obispos orientales celebrado en Dióspolis (diciembre de 415) absolvió a Pelagio, que engañó con respecto a sus enseñanzas reales, y acercó a Inocencio a favor del hereje. Los obispos africanos se reunieron en sínodo en Cartago (416) y confirmaron la condenación pronunciada en el 411 contra Celestio, quien compartía las opiniones de Pelagio. Los obispos de Numidia hicieron lo mismo en el mismo año en el Sinodo de Mileve. Ambos sínodos informaron a Inocencio sobre sus trabajos y le pidieron confirmar sus decisiones. Más tarde, cinco obispos africanos, entre los que se encontraban San Agustín, escribieron una carta personal a Inocencio respecto a sus propias posiciones en el asunto del pelagianismo. Inocencio en su respuesta alabó a los obispos africanos, porque, conscientes de la autoridad de la Sede Apostólica, habían apelado a la Cátedra de Pedro; el rechazó las enseñanzas de Pelagio y confirmó las decisiones redactadas por los Concilios de África.

 

 

 

TOMADO DE:

http://es.wikipedia.org/wiki/Inocencio_I

http://ec.aciprensa.com/wiki/Papa_San_Inocencio_I

http://www.vidasejemplares.org/Santos/SanInocencioI.pdf

http://www.conoze.com/doc.php?doc=198

Iglesiaehistoria.com   |   Querétaro, México   |   2017

Todos los Derechos Reservados

Un Areópago del siglo XXI