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(22) INFORMACIÓN DEL 24 SEPTIEMBRE 2012 TOMADA DE:

http://www.verycreer.com/index.php?option=com_content&view=article&id=708:nuevo-articulo-en-ver-y-creer-denuncias-y-sentencias-apostolicas-hacia-la-masoneria&catid=15:editoriales&Itemid=28

Denuncias y sentencias apostólicas hacia la masonería

Por Roberto O'Farril


El papa Pío IX, en una carta dirigida al Obispo de Recife, Brasil, el 24 de mayo de 1873, escribía un texto que no permite duda alguna sobre la excomunión a la que se expone todo católico que se afilie o adhiera a la masonería. Ese texto explica lo siguiente “Después de la orden expresa de la Iglesia, tantas veces repetida y acompañada de severas sanciones, después de la divulgación de los actos de la impía secta que ponen en descubierto sus verdaderos designios, después de las perturbaciones, las calamidades y las innumerables ruinas provocadas por ella y de las cuales no se avergüenzan de gloriarse insolentemente en públicos escritos, no existe más excusa alguna para aquellos que en ella se inscriben”.
Apenas un año después, el 18 de mayo de 1874, en otra carta en la que animaba a los obispos del Brasil que sufrían persecuciones y prisión por su lucha antimasónica, durante la persecución promovida por el Ministro de Gobierno del emperador Pedro II, vizconde de Río Branco, Gran Maestre de la Masonería y siervo de los ingleses, les decía: “Los exhortamos para que en esta acérrima persecución que el masonismo ha levantado en todas partes contra la Iglesia, den siempre muestras de firmeza, no dejándose jamás vencer (...) ni por las amenazas, ni por el destierro, la cárcel u otros trabajos (...). Todo esto, así como venció a la idolatría en los primeros siglos de la Iglesia, echará también por tierra el masonismo y demás errores por él acumulados”.
Como venganza a la gran cantidad de documentos que Pío IX escribió para denunciar y condenar a la masonería, los masones de Roma reprodujeron un retrato del Papa al que le recortaron la cabeza para pegarla en la fotografía de un masón revestido con todos los atributos de la secta y la esparcieron profusamente por toda Italia.

Por el gran valor que contienen, debido principalmente a su fuente institucional y fidedigna, reproduzco enseguida los documentos de diversos romanos pontífices, de dicasterios y de instituciones de la Santa Sede, que denuncian y reprueban a la masonería:

- Benedicto XIV, en su encíclica Apostólici Próvidas, del 18 de mayo de 1751, estableció la excomunión y condenó el materialismo, el carácter secreto, el juramento y las tendencias revolucionarias de la masonería. Citando la frase del apologista del Siglo III, Minucio Félix, dice: “Las cosas buenas aman siempre la publicidad; los crímenes, en cambio, se cubren con el secreto”.

- Pío VII, en su constitución Ecclesiam a Jesu Christo, del 13 de septiembre de 1821, renueva las reprobaciones, señala el fin y objeto de las sociedades secretas masónicas y las denuncia como la causa de las revueltas de Europa. Ya en la bula de excomunión contra Napoleón, de 1809, había acusado a las sectas, “conjuradas contra la Silla de Pedro”, como “instigadoras del usurpador”.

- León XII, en su constitución apostólica Quo graviora, del 13 de marzo de 1825, afirma que la masonería, “enemiga capital de la Iglesia Católica, ataca con audacia sin límites los dogmas y los preceptos más sagrados de la Iglesia”. Señala los estragos causados por la masonería “en los centros de estudios, donde introduce maestros de perdición”; suplica a los gobernantes que combatan a tales conspiradores, que “no son menos enemigos del Estado que de la Iglesia”; y recomienda a los fieles el huir de tales hombres que “como hijos primogénitos del demonio son las tinieblas de la luz y la luz de las tinieblas” y señala que “son diferentes sociedades que, aún aun llevando distintos nombres, están aliadas entre sí por el lazo criminal de sus proyectos infames”.

- Pío VIII, en su encíclica Tráditi, del 24 de mayo de 1829, dice que los masones, “por los maestros que introducen en los colegios y liceos, forman una juventud a la que se aplican las palabras del papa San León Magno: <La mentira es su norma, Satanás su dios y la ignominia su culto>; que, “rompiendo el freno de la verdadera fe, abren el camino a todos los crímenes”.

- Gregorio XVI, en su encíclica Mirari vos, del 15 de agosto de 1832, compara a las sociedades secretas a una “cloaca en la que se acumulan y aglutinan las inmundicias de todo lo que ha habido de sacrílego, de infame y de blasfemo en las herejías y en las sectas más perversas y nefastas que han existido en la historia de la humanidad”.

- Pío IX, condenó formalmente más de veinte veces a la masonería: en la encíclica Qui plúribus, del 9 de noviembre de 1846, donde habla de la “terrible guerra que mueven contra la Iglesia estos hombres despreciadores de la verdad y conjurados en impía unión de sectas brotadas de las tinieblas para destruir la Iglesia y el Estado”; en sus alocuciones a los obispos: Singulari, quídam, del 9 de diciembre de 1854, Ad gravíssirnum, del 20 de junio de 1859 y Máxima quidem Lætitia, del 9 de junio de 1862; en el breve Ex epístola, del 26 de octubre de 1865, dirigido al arzobispo de París, monseñor Darboy; en la encíclica Etsi multa, del 21 de noviembre de 1873, en que la llama “Sinagoga de Satanás”; en su alocución a los cardenales en el consistorio del 25 de septiembre de 1865; y en la constitución Apostólicas Sedis, del 12 de octubre de 1869, donde impuso excomunión reservada al Papa “a quienes se inscriben en la masonería, u otras sectas que maquinan pública o clandestinamente contra la Iglesia o las potestades legítimas; a quienes de cualquier modo favorecen a las mismas; y a los que no denuncian a sus jefes y directores ocultos, hasta tanto no los denuncien”.
En su alocución de 1865, dijo Pío IX: “Estas sectas coaligadas forman la Sinagoga de Satanás; y, en posesión de la fuerza y de la autoridad, dirigen audazmente sus esfuerzos a reducir a la Iglesia de Dios a la más dura esclavitud. Ellas querrían, si fuera posible, hacerla desaparecer del universo. Esta perversa sociedad -llamada vulgarmente masonería- debe ser impía y criminal, puesto que huye de la luz; y, según el Apóstol, <él que obra mal aborrece la luz>. Nos, reprobamos y condenamos dicha sociedad masónica y las sociedades del mismo género que, aunque distintas en apariencia, conspiran contra la Iglesia. Tales sociedades tienen un solo pensamiento y marchan hacia un solo fin, a saber: anonadar todos los derechos divinos y humanos”. El 9 de noviembre de 1846 había llamado a la masonería: “Secta secreta salida del seno de las tinieblas para la ruina de la Religión y de los Estados”. En su alocución del 20 de abril de 1849 debió desbaratar la versión calumniosa que se hizo circular de haber pertenecido en su juventud a la masonería.
El 7 de enero de 1875 escribió: “Esta digna hija de Satanás, haciendo del hombre un Dios y constituyéndole juez supremo de su propia conducta, rechaza, por este simple hecho, toda autoridad divina y humana y destruye las bases de toda sociedad. Es preciso, pues, para arrancar esta venenosa raíz de los males que afligen a las naciones, acudir al Omnipotente; porque sólo Aquél que pudo arrojar del cielo al verdadero padre de ésta, podrá hacerla desaparecer de la tierra”.
Cuando Bismarck desató su persecución en Alemania, coincidente con las de Italia, España, Francia y otras naciones, el papa Pío IX en la ya citada encíclica Etsi multa, del 21 de noviembre d 1873, establece que: “Admirará la amplitud de horizontes que ha tomado una guerra que en nuestros tiempos se lleva contra la Iglesia Católica. Pero, a la verdad, si alguno con detención examina la finalidad de las sectas, ya sea que se llamen masónicas, ya con cualquier otro nombre se distingan, no le quedará la menor duda que todas las presentes perturbaciones se deben, en gran parte, a los embustes y maquinaciones de unas mismas sectas. Entre estas se distingue la Sinagoga de Satanás, que contra la Iglesia lanza su ataque y la cierra en combate (...). ¡Ojalá se hubiera prestado mayor fe a los pastores de la Iglesia por parte de aquéllos que podían haber apartado una peste tan perniciosa”!

- León XIII, en la encíclica Quod apostólici múneris, del 28 de diciembre de 1878, y en la Humanum Genus, del 20 de abril de 1884 culpa a la masonería del socialismo y del comunismo un “veneno mortal que circula por las venas de la sociedad humana” y en diversos documentos, de 1878 a 1903, indica que son de inspiración masónica los males de la época y desenmascara en ellos a los verdaderos enemigos de la religión y de la patria, sus perversos designios, los funestos efecto de su acción, especialmente la propagación de la inmoralidad, de la incredulidad y del indiferentismo religioso, fruto del naturalismo y del racionalismo profesados por la secta.
En su carta del 19 de marzo de 1902, dirigida a los obispos con ocasión del jubileo de bodas de plata de su pontificado, indica que "La masonería, abarcando casi todas las naciones en sus gigantescas garras, se une con todas las sectas, de las que es la real inspiradora y el móvil oculto de su poder, atrae y retiene a sus miembros con el cebo de ventajas temporales, sujeta a los gobernantes con promesas o con amenazas, se halla en todas las clases sociales y constituye un poder invisible como si fuera un gobierno independiente dentro del cuerpo del Estado legal, y llena del espíritu de Satanás, que sabe cómo transformarse en ángel de luz, la masonería coloca ante sí, como su fin, el bien de la humanidad; pero, mientras declara no tener fines políticos, ejerce, no obstante, una profunda influencia sobre las leyes y la administración de los estados. Aparentando respetar la autoridad de la ley y aun las obligaciones para con la religión, busca en realidad la destrucción de la autoridad civil y de la jerarquía eclesiástica, a las que mira como enemigas de la libertad humana”.

- San Pío X, en el consistorio del 20 de noviembre de 1911, al referirse a la Revolución de Portugal, condenó a la masonería al afirmar que “tiene por objeto el oprimir al catolicismo”, y en su primera encíclica, E suprermi apostolatus, del 4 de octubre de 1903, afirmó que con la extensión de la masonería “bien podemos prever que sea el comienzo de los males anunciados para el Fin de los tiempos y que el Hijo de Perdición (es decir, el Anticristo) -del cual nos habla el Apóstol- está ya sobre la tierra”. También estableció que “nada hay más detestable, ante Dios y frente al orden cristiano, que esta secta malvada” y afirmó: “Estoy convencido de que cuanto se ha publicado con respecto a esta asociación infernal no ha revelado toda la verdad”.

- Pío XI, en su encíclica Charitate Christi Compulsi, del 8 de mayo de 1932, previene contra las insidias de la masonería: “Las sociedades secretas que están siempre prontas para apoyar la lucha contra Dios y contra la Iglesia, de cualquier parte que venga, conducirán ciertamente a todas las naciones a la ruina. Esta nueva forma de ateísmo, mientras desencadena los más violentos instintos del hombre, proclama con cínico descaro que no podrá haber paz ni bienestar sobre la tierra mientras no se haya desarraigado hasta el último vestigio de religión y no se haya suprimido a su último representante”.
En su encíclica Non abbiamo bisogno, del 29 de junio de 1931, denuncia las acciones de la masonería, en Italia, con el texto siguiente: “Todo el que conoce un poco íntimamente la historia de la nación, sabe que el anticlericalismo ha tenido en Italia la importancia y la fuerza que le confiriere la masonería y el liberalismo que la gobernaban”.
En su encíclica del 1o de marzo de 1937, condenatoria del comunismo, decía que León XIII, al condenar al socialismo y al comunismo en su encíclica del 28 de diciembre de 1878, confirmó la precedente condenación de Pío IX del Syllabus del 8 de diciembre de 1864; y que, al llamarlo “mortal pestilencia que se infiltra por las articulaciones más íntimas de la sociedad humana y la pone en peligro de muerte”, indicó, con clara visión, que las actuales corrientes ateas entre las masas populares, traían su origen de aquella filosofía que, de siglo atrás, trataba de separar la ciencia y la vida, de la fe y de la Iglesia”.

- La Santa Sede, el 21 de setiembre de 1850, había declarado, para resolver dudas de conciencia, que “las sociedades que dicen no conspirar contra la Religión y el Estado, pero que forman una sociedad oculta confirmada con el juramento, están comprendidas dentro de las bulas condenatorias de los papas”.

- La Congregación del Santo Oficio, el 18 de mayo de 1884 emitió un decreto en el que establece que: “Los católicos no sólo deben apartarse de las sectas masónicas, sino también de todas las sociedades que exijan a sus adeptos un secreto que no puedan revelar a nadie o una obediencia absoluta a sus jefes ocultos. (...) Según el derecho natural y el revelado, no existen más que dos sociedades independientes y perfectas: la Iglesia y el Estado. Por lo tanto, una sociedad secreta, cualquiera que sea, por el hecho mismo de su secreto, se hace independiente de la Iglesia y del Estado, que no poseen medio alguno de fiscalización con respecto a su fin y a su acción. Es, por consiguiente, ilegítima”.

- El Concilio Plenario Americano, del año 1899, declara que “incurren en las censuras pontificias también las logias masónicas de América latina; porque el suponer que la masonería no es la misma en todas las naciones es error pernicioso y pretensión audaz, dado que los pontífices entienden obligar a todos y a cada uno de los fíeles de Cristo sin distinción de lugar, tiempo, nación o rito”.

- El Código de Derecho Canónico del 19 de mayo de 1918, que tiene fuerza de ley para toda la Iglesia, en su párrafo 2335 establece que: “Los que dan su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género incurren, ipso facto, en excomunión simplemente reservada a la Santa Sede.”

- La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, presentó el 26 de noviembre de 1983 un documento firmado por su Prefecto, el cardenal Joseph Ratzinger, bajo el titulo Declaración sobre la masonería, cuyo texto integro expresa que: “Se ha presentado la pregunta de si ha cambiado el juicio de la Iglesia respecto de la masonería, ya que en el nuevo Código de Derecho Canónico no está mencionada expresamente como lo estaba en el Código anterior.
Esta Sagrada Congregación puede responder que dicha circunstancia es debida a un criterio de redacción, seguido también en el caso de otras asociaciones que tampoco han sido mencionadas por estar comprendidas en categorías más amplias. Por tanto, no ha cambiado el juicio negativo de la Iglesia respecto de las asociaciones masónicas, porque sus principios siempre has sido considerados inconciliables con la doctrina de la Iglesia; en consecuencia, la afiliación a las mismas sigue prohibida por la Iglesia. Los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas se hallan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la Santa comunión.
No entra en la competencia de las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre la naturaleza de las asociaciones masónicas con un juicio que implique derogación de cuanto se ha establecido más arriba, según el sentido de la Declaración de esta Sagrada Congregación del 17 de febrero de 1981.
El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la audiencia concedida al cardenal Prefecto abajo firmante, ha aprobado esta Declaración, decidida en la reunión ordinaria de esta Sagrada Congregación, y ha mandado que se publique”.

El subrayado es de este sitio


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