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INFORMACIÓN DEL 06 MARZO 2014 TOMADA DE: www.aleteia.org/es/politica/articulo/marx-esta-inspirando-al-papa-neoliberales-contra-francisco-14950391854727168?utm_campaign=NL_es&utm_source=daily_newsletter
&utm_medium=mail&utm_content=NL_es-07/03/2014




¿MARX ESTÁ INSPIRANDO AL PAPA?

 NEOLIBERALES CONTRA FRANCISCO (1)
LA EVANGELII GAUDIUM MOLESTA A QUIENES AFIRMAN QUE EL SISTEMA CAPITALISTA ES EL MEJOR DE LOS SISTEMAS POSIBLES
Marcelo López Cambronero

 

La aparición de la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” el 24 de noviembre de 2014 ha levantado toda una polvareda dentro de los sectores neoliberales, no sólo fuera de la Iglesia, sino también dentro de ella. El motivo es la crítica que el Papa Francisco realiza al sistema económico capitalista y a su efecto sobre la vida social, incluso más allá de la economía.
En principio las palabras de Francisco no tendrían por qué tener nada de sorprendentes: las críticas al capitalismo han sido una constante en los documentos del Magisterio en las últimas décadas, aunque algunos se han empeñado en olvidarlas e incluso en insistir, al estilo de Michael Novak, en que los Papas eran partidarios de la economía liberal que se estaba imponiendo en el mundo. Novak y sus seguidores han realizado durante años una gran campaña en Estados Unidos y en los países liberados del yugo soviético para mostrar, por ejemplo, a un Juan Pablo II partidario del modelo capitalista-liberal.
Lo cierto es que esta postura, que ha calado profundamente dentro de algunos grupos conservadores de la Iglesia, no puede sostenerse si nos detenemos a leer los criterios promulgados por los diferentes Papas, especialmente a partir de la Rerum Novarum de León XIII promulgada en 1891 y que dio inicio a la Doctrina Social de la Iglesia. Juan XXIII, Pablo VI o Juan Pablo II no se alejaron de esta línea, sino que más bien la ahondaron con sus declaraciones y encíclicas, entre las que cabe destacar la Laborens Exercens, la Sollitudo Rei Sociales o la Centesimus Annus, todas de este último, al que en su momento se acusó, como hoy algunos acusan a Francisco, de ser afecto al comunismo y al pensamiento de Marx.
Tal vez las voces discordantes que ahora aparecen se deban a que la Exhortación va algo más lejos que los documentos anteriores, porque no realiza una crítica a los “excesos” del capitalismo, sino al propio sistema. Esta es una novedad que no debemos dejar escapar. Los neoliberales pueden aceptar que el modelo económico que defienden no es perfecto, e incluso que es en muchos aspectos mejorable, pero siempre les cabe aducir que es el más perfecto que ha existido hasta la fecha o que está en un proceso continuo de mejora. Para defenderse es cierto que no son capaces tanto de demostrar la valía en sí de este modelo como de contraponerlo con el comunismo, contraposición que utilizan como un mantra que, pasado el tiempo, ha dejado de tener efecto en muchos lectores de su propaganda. Sin embargo, las reflexiones de Francisco parecen apuntar a las bases mismas del pensamiento económico liberal, lo que hace tambalear todos los esfuerzos pasados por fomentar la falsa imagen de unos Papas procapitalistas.
El resultado es que en diversos países, aunque con mayor entusiasmo en Estados Unidos, se han levantado voces extraordinariamente críticas contra las posiciones expresadas por el Pontífice. Una de las más conocidas, por su repercusión mediática, ha sido la del líder de audiencia Rush Limbaugh, que en un editorial radiofónico posterior a la publicación de la Exhortación comentaba su sorpresa por “lo equivocado que está el Papa Francisco”, e incluso afirmaba que sus opiniones sobre economía son “vergonzosas y desconcertantemente erróneas” y llegaba a sugerir que no era posible que unas palabras así pudiesen haber sido escritas por un Pontífice de la Iglesia católica.
Pronto se unieron a esta opinión algunos de los líderes del Tea Party, como Jonathon Moseley (“Cristo está llorando en el cielo por las palabras del Papa”), el Senador por Texas Ted Cruz (“Está claro que no entiende el verdadero significado del cristianismo”), la congresista por Minnesota Michele Bachmann (“Este Papa suena como un comunista que odia América y no comprende la Biblia”), el showman  radiofónico Alex Jones (“Alguien ha implantado un microchip en el cerebro del Papa y tiene todo el control sobre lo que él dice o hace”) o la gobernadora de Alaska Sarah Palin (“El Papa Francisco podría venir a Alaska y ver lo que es realmente el cristianismo, porque a mí me parece que él es alguna clase de socialista progre que odia la libertad”). Incluso el popular comentarista de la revista Forbes Harry Binswanger publicó un contundente artículo titulado: “Las diez principales razones por las que Limbaugh tiene razón: los colaboradores del Papa son marxistas”.
No debemos creer que estas reacciones virulentas son exclusivas del Tea Party. La Fundación Heritage ha anunciado que va a enviar un estudio sobre la libertad económica en el mundo al Vaticano “para que el Papa reconsidere sus posiciones sobre economía”. Samuel Gregg, investigador del Instituto Acton para el Estudio de la Religión y la Libertad, ha puesto en duda que las afirmaciones del Papa se basen en un conocimiento real de los hechos. Greg Mankiw, Profesor de Ciencias Económicas en la Universidad de Harvard, cree que el Papa se refiere a ciertas posiciones teóricas del capitalismo con términos peyorativos que no favorecen “un debate abierto de perspectivas de pensamiento opuestas”. Tyler Castle, del American Enterprise Institute, interpreta que un Papa proveniente de Argentina no puede tener un conocimiento suficiente del capitalismo, lo que le lleva a emitir juicios erróneos sobre economía. El afamado teólogo Michael Novak, ya citado, ha incidido sobre esa misma línea interpretativa, apuntando además que éste no es un fenómeno nuevo en el papado, ya que Juan Pablo II tampoco comprendía el capitalismo en sus primeros años porque provenía de Polonia, un país que en aquel momento estaba bajo la órbita soviética. Tampoco en España, para terminar, han faltado las voces críticas: Libertad Digital publicó un extenso comentario de la Exhortación en el que no dejaba de destacar cómo los juicios sobre economía del Sumo Pontífice estaban equivocados, citando ejemplos que, en opinión de los redactores del texto, contradecían el pensamiento expresado por Francisco.
¿Por qué ha despertado nuestro Papa una reacción semejante de personas que, si bien no todas se consideran a sí mismas católicas sí que, en general, afirman ser religiosas y, más en concreto, cristianas? ¿Tiene la Exhortación errores de bulto de tal calado?
Uno de los temas más controvertidos, tal vez el que ha despertado la ira de los neoconservadores, es la descripción que Francisco hace de la teoría del “goteo”, del “trickle-down” o, como podemos leer en la Exhortación, del “derrame”, que aparece en el apartado número 54. Esta tesis se ha convertido en una de las posiciones centrales del capitalismo contemporáneo, especialmente dentro de un mundo globalizado y dominado por los flujos financieros. Según esta óptica la acumulación de dinero por parte de una clase adinerada no es óbice para la mejora del bienestar común sino que, bien al contrario –afirman-, es el verdadero motor del desarrollo de los países capitalistas en la actualidad. La cuestión es que se supone que la acumulación de capital en manos de unos pocos individuos finalmente repercutirá en el resto de la población por las actividades de inversión y donaciones que partirán de estos pocos beneficiados. De esta forma se anima a los gobiernos a introducir rebajas fiscales a las clases adineradas para promover el “exceso” de capital, confiando en que se termine vertiendo en el resto de capas de la sociedad. Así serán algunos sujetos individuales los que estimularán la economía en lugar del pesado aparato estatal.
Lo que Francisco afirma en su Exhortación es que una teoría así “jamás ha sido confirmada por los hechos” y que expresa “una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante”. Después de recibir un aluvión de críticas como las que he indicado más arriba el Papa concedió una entrevista a Andrea Tornielli para La Stampa pero, lejos de corregir o matizar sus anteriores palabras, ahondó en las mismas indicando que “[algunos] suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Se prometía que, cuando el vaso estuviera lleno, se desbordaría beneficiando a los pobres. Lo que realmente sucede es que, cuando está lleno, el vaso crece como por arte de magia, y así nunca sale nada para los pobres”.      
La lectura detenida de los diferentes parágrafos de la Exhortación en los que el Papa trata la cuestión social nos permite entender que su crítica no se dirige exclusivamente contra una teoría como la del “goteo” que, como tal, puede ser más o menos acertada, sino contra los mismos fundamentos del pensamiento capitalista. En concreto los postulados contra los que el Papa se pronuncia, en diversas ocasiones, son más de fondo y afectan más al capitalismo y, en general, a la cultura contemporánea en la medida en que en muchos ámbitos –y de alguna manera en todos- es liberal. Se trata de la crítica a la consideración de que la economía es una ciencia autónoma y al presupuesto de que todos los agentes “racionales” actúan por interés –lo que además conlleva, gracias a una “mano invisible”, el crecimiento económico: sea egoísta por favor, eso ayuda al bien común-. Pero de esto, querido lector, hablaremos otro día, para no abusar de su ya castigada paciencia.  
[Sobre esta materia es recomendable el artículo de Massimo Borghesi: “La bofetada de Francisco a los capitalistas católicos”]


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