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(11) INFORMACIÓN IMPORTANTE OBTENIDO DE:

http://corazones.org/conocer_a_la_iglesia/conocer_iglesia_pagina_principal.htm
© Por José Puertas, miembro de la FCTJM

 “YO ESTARÉ CON USTEDES HASTA EL FIN DEL MUNDO.”

Los cristianos desde sus mismos inicios y apoyados en esta promesa, tuvieron siempre presente la responsabilidad que tenían de proteger a la Iglesia del error, y al surgir las herejías que trataban de apartarles de la plenitud de la verdad, debieron dejar bien en claro y establecer las señales o notas  que deben prevalecer en la Iglesia fundada por Jesús.

Tal regla de fe los Padres la identifican con la Tradición Apostólica, ya fuese esta escrita como oral; ya que es con dicha Tradición, la cual abarca la Biblia, el Magisterio de la Iglesia, y lo enseñado en consenso por los Padres de la Iglesia, con la que se declara y fundamenta el sentir de la Iglesia en cada uno de los diferentes puntos en la fe.
Esto así, ya que la verdadera doctrina está conforme con la profesada por la Iglesia Apostólica, madre y fuente de la fe primitiva ya que enseña lo que recibió de los apóstoles y estos del mismo Cristo.

Pero antes de iniciar este caminar a través de la historia del cristianismo, me gustaría ya que creo ser válido y justo, el aclarar el significado de los términos herejía y cisma; así como esas señales y notas que deben caracterizar a la verdadera Iglesia…

Primeramente aclaramos que herejía (del griego, háiresis), se entiende a “la acción de todo aquel que habiendo recibido el bautismo cristiano, tercamente pone en duda o expone doctrinas contradictorias a la Verdad revelada”, es decir, un verdadero acto de deliberada infidelidad (ver 2Pe 2,1). En otras palabras, todo lo que se opone a la “unitas fidei”, es decir, a todo aquello que va en contra del ministerio docente instituido por Cristo.
Cisma (del griego, sjisma) involucra un hecho de separación ó insubordinación que despedaza la unidad del rebaño de Cristo (ver 1 Cor. 1,10; 11,18; 12,25). De allí que se le dé nombre de cismático, a quien ocasiona el cisma, como al que se adhiere libremente por convicción o de hecho. Así, un cisma puede no estar motivado por una herejía, pero en cambio, el nacimiento de una herejía, al cuestionar la ortodoxia dogmática, inevitablemente conlleva un acto cismático.

Sobre las notas distintivas de la Iglesia comienzo explicando que lo que se opone a la “uniteas regiminis”, es lo que va en contra del oficio pastoral encargado por Jesús a su Iglesia. Esto partiendo de la premisa de que también en el cuerpo místico debe existir una unidad en el régimen eclesiástico, “unitas hierchica”, reconociéndose por esta unidad a la verdadera Iglesia de Cristo. Por lo que UNA debe ser una de las señales ó notas de la Iglesia.

Es SANTA apoyada en su fundador que es Santo, por lo que desde su esencia más íntima, ya que en cuanto Cuerpo de Cristo, tiene la más intima unión con él. Por lo que esa santidad no puede sufrir detrimento ni perderse. Aún en los períodos de “decadencia” de la vida eclesiástica permanece sin debilitarse la acción iluminadora y santificadora del Espíritu Santo; ya que ella sigue con los sacramentos y la gracia incorruptible que producen en virtud del Espíritu Santo la santificación a las almas que se abran a la misma.
La nota de la CATOLICIDAD afirma que la verdadera Iglesia es por esencia una Iglesia universal, que desde sus inicios tuvo el impulso de extenderse por todos los pueblos. La obra y misión de la Iglesia es tan general como la de Cristo. Es la respuesta al mandato de Jesús de que hagan discípulos a todas las naciones.

En otras palabras, la catolicidad consiste en la presencia visible de la Iglesia entre los hombres que abarquen los de todos los tiempos, épocas y lugares. Esto desde el mismo envío de Cristo hasta la consumación de sus tiempos.

 La APOSTOLICIDAD de la Iglesia como última nota, es sin lugar a dudas la más interesante ya que para los enemigos de la Iglesia es la única que no han podido ni podrán usurpar; ya que tenemos una secuencia ininterrumpida, por lo que estamos unidos en nuestro peregrinar desde los apóstoles hasta este momento, sin “hueco negro” a través de la historia, dándole así continuidad a la misión de Cristo.

Movidos ante esta verdad tan contundente es que hemos querido hacer dentro de esta página, la sección de apologética, que no es más que defender nuestra fe, nuestras creencias. De ahí que la apologética es la que dentro de la teología, se encarga de defender la Religión Católica demostrando sus fundamentos científicos, la verdad de sus doctrinas y la falsedad de los ataques de sus enemigos.

Entre los primeros y principales apologetas que defendieron a la Iglesia de los errores que la acechaban, mencionaremos tres por su importancia. El primero es Cuadrato, quien es mencionado como el primer gran apologeta, al presentar para el año 124 una apología ante el emperador, y la cual se conserva escrita en griego. En el mismo orden tenemos a Arístides, quien redactó una apología dirigida a Antonino Pío y donde expone la belleza de la vida cristiana defendiéndola así, de las difamaciones que desde ya le hacían los enemigos de la Iglesia.

San Justino, llamado el filósofo por sus estudios de filosofía a la que se dedicó antes de su conversión, su gran triunfo en su lucha literaria se debió a su forma conciliadora y pacífica de hacer ver la verdad de sus argumentos, los cuales enfocó tanto a los judíos como a los paganos.

Y haciéndonos eco de lo que nos invita el mismo Papa Juan Pablo II en el epígrafe inicial, en este libro trataremos de aportar nuestro granito de arena en pos de eso, de la misma forma en las escrituras vemos como el mismo apóstol Pedro nos exhorta y nos invita a que defendamos o lo que es lo mismo, que hagamos una apología de la verdad transmitida y enseñada, cuando escribe:

 "Y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros". (1 Pedro 3:15).

Esto asi, ya que algunos de estos grupos llegaron hasta “perturbar” los cimientos mismos de la Iglesia de Cristo.      
     
Siempre resonando en nuestros corazones la promesa que nos dejó el mismo Jesús

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